Tu boca

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Tú Boca - Béele y Wisin

Aclaración: ellos estaban en la edad de la foto , y la mamá de richard tenía una tienda en casa

Yo no puedo dejar de pensar (pensar)Dime lo que te dicen de mí (dicen de mí)¿Cómo crees que no te voy a amar? (amar)Si somos tú pa mí, yo pa ti (Mr

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Yo no puedo dejar de pensar (pensar)
Dime lo que te dicen de mí (dicen de mí)
¿Cómo crees que no te voy a amar? (amar)
Si somos tú pa mí, yo pa ti (Mr. W)
Pues te dije que vinieras, que las horas son pasajeras
Ven y arreglemos esto los dos

Estaba tirada en el sofá viendo TikTok cuando escuché a mi mamá gritar desde la cocina.

—¡Danielaaa! —su voz resonó por toda la casa.

Rodé los ojos. —Ya vooooy, ma —respondí con desgano, levantándome. No pueden ver a una tranquila ni un momento.

—Vaya a la tienda de la señora Sandra —me pidió cuando llegué a la cocina—. Llévele estos 52 mil pesos que le debo y dígale que me mande lo de esta lista. El fin de semana, cuando su papá vuelva de la mina, le pago lo que falte.

Me entregó un papelito con la lista de las cosas. Yo fruncí el ceño.

—Ay no, má, mande a Daniel. ¡Él no hace nada! —me quejé, esperando librarme del mandado.

Daniel apareció en la puerta con una sonrisa burlona. —Por eso mismo, por flojo, estoy castigado, boba —dijo con tono triunfal.

Mi mamá no se inmutó. —Daniela, vas tú o te doy con la chancleta. ¡Además, si lo mando a él, se queda jugando boliche por ahí! —Luego se giró hacia mi hermano—. ¡Vaya a terminar de lavar la ropa, Daniel!

Me eché el cabello hacia atrás y me peiné rápido. Estaba en pijama, pero no podía salir desarreglada. Mientras, mi hermano seguía molestando.

—¿Pa' qué te arreglas tanto? ¿Es por el hijo de la señora Sandra? —preguntó con una risita maliciosa.

Lo fulminé con la mirada. Estúpido, pensé.

—¿Qué? ¿Le gusta ese muchachito? —preguntó mi mamá, que ya estaba atenta.

—¡No, ma! —respondí rápido, ignorando a mi hermano.

—Ay, como se entere papá, te clavan —añadió Daniel con burla.

—¡Daniel, deje a la niña quieta! —le reprochó mi mamá, salvándome de tener que seguir aguantando a mi hermano.

Tomé los 52 mil pesos y el papel, y salí de la casa bajo un sol abrazador.

Dame un beso de tu boca, boca, la que me provoca
Esto tiene sentido, no le crea' a los metidos
Dame un beso de tu boca, que es la que me provoca
Sirve un whisky a las rocas y ven, vámonos
Porque es que tu boca es la que me sonroja
La que sube la nota (yeah) sin fumarme un blunt

Llegué a la tienda de la señora Sandra sudando, y apenas alcancé a decir "buenas" cuando la señora gritó desde el fondo de la casa:

—¡Ya voyyy!

Al poco rato apareció con una sonrisa.

—Hola, mija. ¿Qué se te ofrece?

—Mi mamá le manda esto —le dije, entregándole el dinero—. Me pidió que le diera lo de esta lista y que luego le paga el resto cuando mi papá regrese de la mina.

—No te preocupes, mija, con tu mamá siempre estamos bien —dijo la señora con amabilidad—. ¡Richard! ¡Vení a atender a la niña que se me va a quemar el arroz!

Sentí que el corazón se me aceleraba. ¿Por qué justo él?

Apareció Richard, con esa sonrisa que tanto me sacaba de quicio y, a la vez, me derretía.

Yo no puedo dejar de pensarte
Dime lo que te dicen de mí
¿Cómo crees que no te voy a amar?
Si somos tú pa mí, yo pa ti
Pues te dije que vinieras, que las horas son pasajeras
Ven y arreglemo' esto los do'

—Tranquila, ma, yo me encargo de atenderla bien —dijo mientras la señora desaparecía en la cocina.

—¿Qué necesitas? —me preguntó con una media sonrisa, y yo le entregué la lista sin mirarlo.

—Aquí está —respondí cortante.

Él leyó la lista en voz alta, buscando los productos en los estantes. —Cebolla, tomate, ajo, carne molida, pimentón, brócoli... Uy, ¿a ti te gusta el brócoli?

—No, es para mi abuela. Ella viene a almorzar —dije sin mucho ánimo.

—Ah, menos mal. A mí tampoco me gusta —respondió él con una risa.

Lo miré de reojo. —¿Quién te preguntó, Ríos?

Él se echó a reír. —Yo sé que querías saber.

Sentí cómo me ruborizaba. Le odiaba por hacerme sentir así tan fácilmente.

Finalmente, Richard me entregó la bolsa con las cosas.

—Dile a tu mamá que después le llevo lo que falta —me dijo.

—Mi mamá le trae la plata luego —respondí, dándome vuelta para irme.

—Espera... Tengo un regalo para ti —dijo con una sonrisa juguetona, y yo alcé una ceja.

—¿Qué regalo? —pregunté con suspicacia.

En un movimiento rápido, se acercó y me dio un pequeño beso en los labios. Me quedé congelada, sin saber cómo reaccionar. Mi cara se puso roja como un tomate.

—Ah, y toma —me dio un bombón, como si nada hubiera pasado.

Dame un beso de tu boca, la que me provoca
De todo me olvido cuando te quito el vestido
Dame un beso de tu boca, que es la que me provoca
Sirve un whisky a las rocas y ven, vámonos
Porque es que tu boca es la que me sonroja
La que sube la nota sin fumarme un b

Salí de ahí sintiendo que el corazón me iba a explotar. Richard Ríos acaba de besarme.

Mientras me alejaba, él me gritó desde la puerta:

—¡Ojalá tu hermano no te regañe!

Y esa fue la última frase que escuché de él, pero el cosquilleo de sus labios aún me acompañaba.

—Porque se demoró tanto— me pregunto mi hermano agarrando la bolsa con las cosas cuando llegué

—Ajá Daniela y usted porque viene así de roja— me preguntó mi mamá que estaba barriendo

—El calor ma— respondí y mi hermano hizo una cara de "si claro"

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora