Puesto pa' ti

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Puesto pa'ti - Maluma, Fátima

Estoy afuera, sal
Tengo un mar de cosa' que te quiero explicar
No lo tomes a mal
Cualquiera se puede equivocar
Quisiera regresar el tiempo
Perdido, que pasé mintiendo
Quiero que sepas que lo siento
Ya no saldré de party, ya estoy puesto pa ti

Mini historia - 6

Tenía 16 años y, aunque muchas chicas de mi edad ya habían experimentado lo que era el amor adolescente, yo aún no había dado mi primer beso. Sentía como si estuviera quedándome atrás, como si fuera la única que no sabía lo que se sentía. Ailani, por supuesto, ya había pasado por todo eso, y aunque siempre me decía que no me preocupara, que todo llegaría a su tiempo, no podía evitar sentirme ansiosa. La única persona que parecía darme alguna oportunidad en ese sentido era un rubio del barrio, un chico con el que había cruzado miradas y algunas palabras en más de una ocasión. Pero no sabía cómo dar el siguiente paso. No sabía cómo hacerlo, cómo cruzar esa línea que separaba la curiosidad del acto mismo. Y cada vez que pensaba en ello, me sentía aún más torpe y nerviosa.

Por alguna razón, creo que Richard me observaba desde hacía tiempo, tal vez más del que me gustaría admitir. No de una forma invasiva, sino como si pudiera leerme, entender cada uno de mis miedos y dudas sin que yo dijera una sola palabra. Con el tiempo, había llegado a conocerme mejor de lo que yo misma me conocía, o al menos eso parecía.

Recuerdo una tarde en particular, cuando se me acercó. Su andar tranquilo y seguro contrastaba con el nerviosismo que siempre sentía cuando estaba cerca de él. Me miró con esa mezcla de seriedad y burla que solo él podía manejar tan bien, y me soltó algo que me dejó helada: "Parece que aún no te haces respetar."

No supe cómo reaccionar. ¿Qué quería decir con eso? Mi corazón comenzó a latir más rápido, no por miedo, sino por la confusión que me causaban sus palabras. Antes de que pudiera decir algo, Richard se acercó más y, sin previo aviso, me tomó de la cintura. El contacto me sorprendió, y no pude evitar dar un pequeño respingo. Pero él, con la misma calma de siempre, me dijo: "Así es como lo agarras. Y luego le das un beso."

Mis ojos se abrieron de par en par, y apenas pude tartamudear una respuesta. "¿Y si se siente... acordado o... o algo así?"

Richard se rió suavemente, como si mi nerviosismo fuera lo más divertido que había visto en mucho tiempo. "No seas boba," dijo con una sonrisa torcida. "Él hace rato que te está dando chances. Eres tú la que está siendo lenta."

Esa afirmación me sorprendió. ¿De verdad era yo la que no había dado el paso? Por un momento, me quedé en silencio, procesando lo que Richard me acababa de decir. Y entonces, algo dentro de mí cambió. No sé si fue la confianza que, de alguna manera, él lograba transmitirme, o simplemente el hecho de que estaba cansada de sentirme tan insegura. Lo que fuera, me empujó a hacer algo que jamás pensé que haría.

Crucé la villa, pasando entre todos esos chicos que siempre parecían estar en la esquina, esos delincuentes que no hacían más que reírse o burlarse de los demás. Los ignoré, enfocada en lo que iba a hacer. Cuando encontré al chico rubio, lo que sucedió después fue como en una de esas escenas de película que siempre creí que solo le pasaban a otros. Lo tomé de la cintura, exactamente como Richard me había mostrado, y sin pensarlo demasiado, le planté un beso. No fue un beso perfecto, ni de esos de cuento de hadas, pero fue mío. Fue real.

Cuando lo solté, su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa y alegría. Parecía contento, como si hubiera estado esperando ese momento tanto como yo. Sin embargo, el nerviosismo volvió a apoderarse de mí y, sin decir nada más, salí corriendo, con el corazón latiendo a mil por hora y las piernas temblando.

Mientras escapaba, escuché risas y burlas detrás de mí. Algunos de los chicos empezaron a gritar cosas como que me escondía detrás de la falda de un "tipo", refiriéndose a Richard. Me detuve justo en la entrada de mi población, donde Richard estaba esperándome, como si supiera que necesitaría su apoyo. No era la primera vez que se interponía entre esos chicos y yo, y sabía que mientras él estuviera allí, nadie se atrevería a seguirme.

Cuando llegué a donde estaba él, me miró con una mezcla de curiosidad y diversión. "¿Cómo te fue?" me preguntó, su voz llena de esa calma habitual.

Aún jadeante, le respondí, "Bien." Y aunque traté de sonar segura, no pude evitar que mi voz temblara un poco.

Richard soltó una carcajada, una risa genuina que, por alguna razón, me hizo sentir más tranquila. "Ya estás grande," dijo, como si de alguna manera esa experiencia hubiera marcado un antes y un después en mi vida. Y quizás, en cierto modo, lo había hecho.

Desde ese día, algo cambió dentro de mí. No fue solo el hecho de haber dado mi primer beso, sino el haber tomado control de mis miedos y enfrentar lo que siempre me había asustado. Richard, de alguna manera, había sido el catalizador de ese cambio, y aunque nunca le dije cuánto significó para mí, sabía que él lo entendía. Como siempre, sin palabras, solo con gestos y miradas que decían más de lo que cualquiera hubiera podido imaginar.

One shots . Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora