Earned It - The Weeknd
I'ma care for you
I'ma care for you, you, you, you
You make it look like it's magic (oh, yeah)
'Cause I see nobody, nobody but you, you, you
I'm never confused
Hey, hey, and I'm so used to beingMini historia - 8
Esa noche en la fiesta, todo parecía haberse salido de control. Para ser sincera, no sé por qué siempre me pasan a mí este tipo de cosas. Tal vez era el destino, o tal vez solo mis decisiones, pero ahí estaba, en medio de una fiesta, con más alcohol en el cuerpo del que debería haber consumido. El alcohol era algo nuevo para mí, una experiencia que aún no sabía manejar del todo. Sentía la cabeza un poco ligera y los pensamientos confusos, pero a pesar de todo, me sentía curiosamente libre. No esperaba encontrármelo allí, pero Richard estaba en esa fiesta, como si el destino siempre encontrara una manera de hacer que nuestros caminos se cruzaran.
Él se había convertido en alguien que todas admiraban, no solo por su atractivo físico, que ya de por sí era difícil de ignorar, sino porque ahora tenía dinero, fama, y esa misma sonrisa que siempre había sido su arma secreta. Las chicas lo rodeaban, tratando de captar su atención, pero él siempre mantenía esa aura de indiferencia que lo hacía aún más deseado. Y luego estaba su olor. Ese mismo olor que sabía volverme loca desde que era una adolescente. No pude evitar que mi corazón latiera con fuerza cuando nuestros ojos se encontraron a través de la multitud.
La fiesta continuaba, y yo seguía bebiendo, sintiendo cómo la barrera entre lo que quería hacer y lo que me atrevía a hacer se desvanecía poco a poco. Al final de la noche, cuando el alcohol ya había hecho su efecto, Richard se ofreció a llevarme a casa. Yo, sin pensarlo demasiado, acepté. La verdad es que, en el fondo, había estado esperando una excusa para estar a solas con él.
El auto olía a él, y el aroma del alcohol que llevaba impregnado en mi ropa. Mientras él conducía, el silencio se hizo incómodo, así que intenté romperlo con una pregunta casual. "¿Qué tal el fútbol?" Le pregunté, tratando de sonar desinteresada, aunque sabía que mi voz me traicionaba. Él se rió, una risa que siempre había tenido el poder de desarmarme. "Estoy de vacaciones," dijo. "En unos meses jugaré en la Copa América." Intenté mantener la compostura, aunque por dentro me sentía impresionada. "Me alegro por ti," respondí, con una sonrisa que intentaba ocultar mis verdaderos sentimientos.
Cuando llegamos a mi casa, lo invité a pasar. Ethan y mamá no estaban, y la casa estaba completamente vacía. Richard aceptó con una sonrisa, y subimos juntos a mi habitación. Al entrar, él se sentó en mi cama, observándome con una mirada que me hacía sentir pequeña e indefensa, pero al mismo tiempo, deseada.
"Cuánto has crecido," dijo, y esas palabras me hicieron sonrojar al instante. "Un poco," respondí, aunque sabía que había cambiado mucho más que solo un poco desde la última vez que estuvimos realmente cerca. Sin pensarlo demasiado, me acerqué a él, y lo miré por un par de segundos, buscando algo en sus ojos, una señal. Y cuando la encontré, lo besé. Al principio fue un beso tímido, pero él me siguió el ritmo, tomándome por la cintura y acercándome aún más a su cuerpo.
Su mano deslizó por mi espalda, y luego comenzó a dejar pequeños besos en mi cuello, cada uno encendiendo una chispa dentro de mí. Instintivamente, mis manos se enredaron en su cabello, y el beso se intensificó, convirtiéndose en algo mucho más profundo y apasionado. Apagué la luz, y aunque sabía que debería estar nerviosa, lo único que sentía era un deseo abrumador.
No podía creer lo que estaba a punto de suceder. Richard, el chico que había sido parte de mi vida desde que era una adolescente, estaba allí, conmigo, y todo estaba a punto de cambiar.
Él comenzó a quitarme el vestido, despacio, como si disfrutara cada segundo. Yo lo ayudé a despojarse de su ropa, y antes de que me diera cuenta, estábamos los dos en mi cama. Me dejó caer suavemente sobre las sábanas, y entonces, con una voz baja y seria, me susurró: "¿Estás segura?"
Mi respuesta fue un simple asentimiento. No había palabras que pudieran describir lo que sentía en ese momento. Estaba completamente segura.
Richard se posicionó sobre mí, moviéndose con una lentitud que parecía casi tortuosa. Cuando finalmente comenzó a entrar en mí, sentí una mezcla de dolor y placer que me hizo morderme el labio para no gemir. A medida que él se adentraba más, sus gruñidos me hicieron darme cuenta de que él también lo estaba disfrutando. Su mano masajeaba mis pechos, mientras sus labios seguían explorando mi cuello, dejando marcas que sabía que no desaparecerían fácilmente.
Supe en ese momento que esto era para mí. Que todo lo que estaba sucediendo era para mí, para hacernos sentir bien a ambos.
Después de un rato, decidí tomar el control y ponerme encima de él. El dolor inicial se transformó en algo mucho más satisfactorio, y comencé a disfrutar cada uno de sus movimientos. Había algo especial en la forma en que él se movía, a veces rápido, a veces lento, pero siempre con una precisión que hacía que mi cuerpo respondiera de manera intensa.
Cuando me puso en cuatro, la posición me hizo sentir nerviosa al principio, pero pronto, esos nervios desaparecieron. Lo único que salió de mis labios fueron gemidos, gemidos que lo volvían loco. Podía sentir cómo su ritmo se volvía más errático, hasta que finalmente se vino. Sin embargo, yo aún no había llegado al clímax, y él, siendo tan atento como siempre, no dejó que eso pasara.
Richard me hizo un oral que me llevó al borde del abismo y luego me dejó caer en un mar de placer. Movía su lengua con una habilidad que solo podía describirse como perfecta, lenta y luego rápida, llevándome a un orgasmo que hizo que un gemido ahogado escapara de mis labios.
Esa noche, supe que nada volvería a ser igual entre nosotros.
Na-na-na-na
Oh, yeah, yeah
'Cause girl, you're perfect
The way you work it
You deserve it
Girl, you deserve it
Girl, you earned it, yeah