Los dioses tienen demasiados tiempos libres(naps_and_coffee en ao3)

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“Y ahí estás, rompiéndote el corazón otra vez. Ya ni siquiera me pregunto por qué sigues haciéndolo”.
Un tono pausado, una pose pausada y algunas luces no tan pausadas que esperan ser liberadas (para disparar, para destruir).

Marco sonríe. “¿Y tú qué? ¿Te diviertes jugando a ser dios para las criaturas de la luna?”

Enel mira a Marco con extrañeza. “Yo siempre soy un dios. Tú también, el dios de los corazones rotos”.

Marco pone los ojos en blanco. “No soy el dios de los corazones rotos”.

—Lo eres. Acabas de perder a tus seres queridos. Otra vez. Como todas las otras veces. —El dios del relámpago se ríe entre dientes, con los ojos fijos en las líneas de incomodidad que aparecen en el rostro de Marco.

Él lo arrastra durante mucho tiempo.

“Teniendo en cuenta lo amable y milagroso que eres. Una cura maravillosa y, en general, un ángel para la humanidad”.

Hay un tono burlón en esa voz y Marco está muy tentado de liberar su fuego, su verdadero fuego que quema, el fuego más caliente que arde como el núcleo de las estrellas más brillantes. Hasta que ve esa sonrisa torcida que acompaña a la mirada perezosa (una mirada que él también ha adoptado inconscientemente, ¿por qué?).

Enel está buscando pelea.

Una buena también, ya que ha pasado demasiado tiempo.

El lado sabio de Marco le dice que ignore a Enel porque eso es lo que ha hecho un millón de veces antes. Porque el mundo humano no necesita ser quemado después de la última vez, ya que los eruditos lo llaman extinción masiva y todo eso.

Pero, de nuevo, es un dios egoísta que se niega a abandonar la búsqueda de su pareja humana durante varias vidas (vidas humanas).

En un instante, Enel queda cubierto por el fuego del núcleo de la estrella. El dios entra en un estado de histeria mientras libera el colosal rayo que Marco sospecha que estaba reservado para él, obviamente.

Se van un rato, aprovechando el mal tiempo y las calamidades del mundo humano, aunque entre peleas se detienen a tomar té.

***

—Cuéntame algo sobre ese chico que buscabas. Solo lo conociste brevemente, ¿verdad?

"No finjas que me vas a escuchar sólo porque tienes las orejas largas. Sé que no lo harás".

—Pero me preocupo por ti. Vamos, somos los únicos dos dioses solitarios en estos mundos, ¿por qué no ser amigables entre nosotros?

"Amistoso mi culo."

Otro látigo de fuego golpea y rayos le responden.

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