El hombre de los dulces

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para hacer sincero ni yo misma sé cómo acabe leyendo esto XD

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“¡Ahora es tu momento, Marco!”

"¿Mmm?"

Todos sus hermanos lo miraban a él y a Ace con expectación. Todos contaban historias de cómo conocieron a su media naranja, un tema que él siempre intentaba evitar.

—¡Cuéntanos cómo conociste a Ace! No te vas a escapar de eso ahora —dijo Thatch desde su lugar frente a él—. Si no quieres contarlo, estoy seguro de que Ace nos lo contará.

El fuerte jadeo que salió de su lado le indicó que, sí, Ace se lo diría. Así que, para proteger la poca dignidad que le quedaba, decidió que era hora de hablar él mismo y comenzó a hablar. Ignorando la sonrisa cómplice del mayor de la mesa, su padre era el único que sabía lo que había sucedido.

POV Marco – Años antes

Allí estaba, sentado en la camioneta alquilada, mirando estúpidamente al adolescente que acababa de subirse a la parte trasera como si fuera el dueño del lugar. Comiendo el dulce que le había ofrecido antes sin siquiera mirarlo por más de dos segundos. Y ahora el adolescente lo miraba expectante.

¿¡Qué esperaba!?

¡Ya le daba vergüenza tener que hacer esto! Lo hizo simplemente porque su amigo se lo pidió. Ofrecerle un caramelo a su hijo y ver si entendía qué hacer en esa situación. Ya se había sentido mal al hacerlo y se había sentido inmensamente aliviado cuando el niño, en lugar de entrar o tomar el caramelo, lo miró y corrió hacia su amigo, es decir, su padre, para señalarlo como un extraño peligroso. Significaba que su amigo había hecho un buen trabajo al enseñarle a su hijo lo que era peligroso.

Acababa de exhalar un suspiro, feliz de que todo hubiera terminado y de que podía irse a casa, cuando un adolescente... -¡un adulto!-, le arrebató el caramelo de la mano que se alejaba y saltó a la parte trasera de su camioneta. Se sentó en el bache que había sobre el volante y mordisqueó el caramelo antes de mirarlo. Esa es ahora su situación actual.

“¿Por qué… por qué vendrías, yoi?”

—Bueno, ¿no se supone que ahora me violarías? O, por lo menos, me secuestrarías.

—¡¿Di-disculpa-yoi?! —Marco tenía los ojos muy abiertos. ¿¡Qué demonios le estaba pidiendo este adolescente!?

—Sí —el cuervo solo asintió, cruzándose de brazos y mirando un poco más alto como si la respuesta estuviera escrita en el techo—, estoy bastante seguro de que Sabo me dijo que no fuera con gente que ofreciera dulces en camionetas por esas razones.

—Ese es… de hecho el razonamiento habitual sobre por qué no deberías seguir a la gente en las furgonetas —respondió lentamente.

—Bueno —Ace miró expectante al apuesto rubio—, entré. Me comí el dulce. Ahora hazlo.

-No-yoi…

“Sí-yoi.”

“¡Por ​​qué!” Que el chico usara su garrapata era la última de sus preocupaciones, en este momento solo estaba tratando de averiguar qué hacer antes de que llegara la policía.

“Porque eres guapo y quiero un novio como tú”.

“….”

“…”

“…”

—¡Oh! —El misterioso cuervo se puso de pie y, por un segundo, Marco pensó que se marcharía. Pero no. El otro se limitó a coger la puerta corrediza que todavía estaba abierta y la cerró—. No se puede conducir con esa puerta abierta.

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