Tan pronto como mi madre y mi padre mencionaron visitar el reino vecino, me lancé de inmediato. Desde que cumplí dieciséis años hace un par de meses, han aparecido todas las parejas potenciales y eso incluye a cualquier sirvienta o miembro del personal, ya sean humanos o no. Hombres y mujeres, los fénix, de todos modos, tratando de frotarse contra mí para compartir el olor del otro, y yo estaba a punto de destrozar a alguien con mis garras. Solo quería alejarme, no encontraba ningún interés en ninguna de estas personas aquí. Mi madre siempre dijo que una vez que fuera mayor de edad, sabría con quién querría estar.
Visitar el reino de Barbablanca siempre me trajo un consuelo, como un segundo hogar. Mi padre y el rey de Moby, Edward Newgate, también conocido como Barbablanca, se llevaban muy bien. Además, me llevaba bien con los príncipes y princesas de allí, algunos eran de mi edad. Sin embargo, mi edad es un poco ilimitada por ser un fénix, y se registra que he vivido hasta miles de años. Éramos prácticamente inmortales, pero todavía hay una forma de matarnos, es simplemente difícil y requiere devoción y sacrificio para hacerlo.
De todos modos, uno de los príncipes también es de la raza fénix, pero el último de su lado. Mi familia y mi reino son de llamas rojas destructivas con solo veinte de nosotros en el reino, mientras que él es el último con llamas azules regenerativas. Fue una de las cosas que me hizo abrirme un poco cuando mis padres hicieron una tregua con Barbablanca por primera vez, después de que él tomó el mando del difunto rey que era cruel con su pueblo. Fue por esas llamas azules que lentamente me sacaron de mi burbuja.
"Ya llegamos", dijo mi padre con una sonrisa mientras yo le devolvía el saludo mientras esperaba que la diligencia se detuviera, con los pies rebotando ligeramente. Mi madre se ríe de mis gestos ansiosos antes de que Rayleigh abra la puerta y yo salga de un salto de la diligencia.
—¡Gracias, Rayleigh! —dije mientras el hombre se paraba junto a la puerta y mi padre saltaba para ayudar a mi madre.
"¡Guararara!" La risa familiar me hizo darme vuelta y corrí emocionada para saltar sobre el gobernante de esta tierra. "¡Bien hecho!" Me levantó y me abrazó con firmeza y yo me agarré de su cuello entre risas. "¡Es un placer para todos ustedes unirse a nosotros!" El estruendo está ahí de nuevo cuando me bajaron correctamente y mis padres se acercaron, mi madre abanicándose.
"Ace está teniendo problemas con el personal, así que necesitaba un descanso". Fruncí el ceño ante su comentario, no me gustaba cómo la gente me había estado molestando. Sin embargo, todos los malos pensamientos se esfumaron cuando un cuerpo se presionó contra mi espalda y solo por su presencia, supe quién era. Una sonrisa divisó mi rostro cuando me di vuelta para mirar a los ojos azules y él hizo un suave arrullo.
"¡Marco!". El nombre se me escapó mientras me sonreía y la emoción me invadía. Sentí un cosquilleo en el pecho porque siempre me había inclinado por Marco y él era el hijo mayor de sus hermanos, ya que había otros seis.
"¡Ustedes dos pueden irse corriendo, guarararara!", nos comenta Barbablanca mientras yo me movía para presionar a mi amigo, para que pudiéramos empezar a alejarnos. Empecé a hablar sin parar y él simplemente me guió con sus comentarios.
Caminamos por los jardines mientras le contaba lo que había sucedido desde la última vez que había estado allí. Sus hermanos aparecieron para saludarme mientras disfrutaban de algunas charlas conmigo. Durante todo el tiempo noté que incluso su personal no estaba a salvo de mi aura abrumadora que mostraba que no tenía el control de mi fénix, no podían sentir mi fénix por así decirlo, pero sabían mi edad y que debía buscar a una persona adecuada. Sin embargo, era como si algo me estuviera inquietando con mi fénix y traté de asegurarme de llevar un registro de cómo estaba. Cuando hablé con Vista y Curiel, Marco se había ido por algo y disfruté de mi tiempo con los dos hermanos.
