Llamas Ancestrales

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Era un día tranquilo en la Academia UA. Shoto Todoroki, como siempre, se mantenía en silencio mientras sus compañeros entrenaban en el campo. Durante toda su vida, Shoto había sentido que su poder del fuego era una carga y, de alguna manera, algo extraño para él. Mientras que su lado de hielo siempre se sentía natural y fácil de controlar, el fuego... era diferente. Había algo salvaje, indomable, que siempre lo inquietaba.

Al terminar el entrenamiento, Shoto fue llamado a la oficina de la directora de la academia. Al llegar, vio a su padre, Endeavor, quien lo esperaba con una expresión grave.

—Shoto, siéntate —dijo Endeavor sin rodeos, con el ceño fruncido.

Shoto obedeció, aunque la actitud de su padre no lo sorprendía en absoluto. Sin embargo, la tensión en el aire era inusual, y eso lo puso alerta.

—Shoto, hay algo que debo contarte —comenzó Endeavor, con una voz más seria de lo habitual—. Tu madre y yo... hemos investigado tu linaje. Desde hace mucho tiempo, nuestros ancestros han guardado un secreto. Algo que parece haber marcado a nuestra familia en generaciones.

Shoto levantó la mirada, extrañado. Su padre era el tipo de persona que solo hablaba de poderes, entrenamiento, o sobre el futuro de la familia. Pero esto era diferente.

—¿De qué hablas? —preguntó Shoto, sin ocultar su curiosidad.

Endeavor se acercó, sacando de su bolsillo una antigua medalla de bronce, con el símbolo de una llama tallada en ella.

—Tu madre descubrió esto en una caja de reliquias que pertenecían a su familia. La investigamos y descubrimos que esta medalla perteneció a un hombre llamado Portgas D. Ace. Él... fue uno de tus ancestros.

Shoto frunció el ceño, tratando de procesar la información. —¿Portgas D. Ace? ¿Quién era?

—Era un pirata de otro tiempo, un guerrero que poseía un poder legendario. Ace no tenía un quirk como los conocemos, sino un poder otorgado por una fruta especial: la Mera Mera no Mi, una fruta del diablo que le permitía controlar el fuego. Él era un hombre noble, aunque su vida fue corta y llena de dificultades. Según las historias, su voluntad y su fuego eran imparables —explicó Endeavor, con un extraño respeto en su voz—. Lo curioso es que su habilidad fue tan intensa que, de alguna manera, logró que su sangre y su fuego vivieran en sus descendientes... como tú.

Shoto estaba impactado. Nunca se habría imaginado que había algo tan poderoso y misterioso detrás de su lado de fuego.

—¿Entonces... este poder... mi fuego, no viene de ti? —preguntó Shoto, sin saber si sentir alivio o confusión.

Endeavor asintió, algo incómodo, pero con honestidad. —Sí, Shoto. La verdad es que tu habilidad de fuego no es solo mía. Es una llama ancestral, que proviene de Ace, alguien que luchó por sus amigos y por la libertad de aquellos que lo rodeaban.

Esa noche, Shoto regresó a su cuarto, sosteniendo la medalla entre sus manos. La historia de su ancestro, Ace, comenzó a resonar en su mente. Sintió una conexión que nunca había experimentado antes, una especie de paz. Por primera vez, miró a su lado de fuego y no sintió resentimiento.

En los días siguientes, Shoto decidió explorar su poder. Durante sus entrenamientos, comenzó a concentrarse en su fuego de una forma diferente, como si intentara comunicar algo con él. Una noche, mientras practicaba en los campos vacíos de la UA, algo extraño ocurrió.

Al concentrarse, sintió una intensidad en su pecho, un calor que era diferente a su fuego habitual. Cerró los ojos, y en su mente apareció la imagen de un hombre de cabello oscuro, con una sonrisa orgullosa y un sombrero con dos caras sonrientes y un par de llamas en el fondo. Shoto supo, instintivamente, que era su ancestro.

De repente, su fuego se tornó más brillante y cálido, rodeándolo en una danza de llamas puras. Este fuego no se parecía al de su padre ni al que él conocía. Era un fuego que se sentía... libre.

—Así que... ¿esto es lo que significa el legado de Ace? —murmuró, observando cómo las llamas danzaban a su alrededor.

Al día siguiente, Shoto decidió probar algo nuevo. Durante un ejercicio de combate, concentró toda su energía en su brazo izquierdo, canalizando las llamas de una manera distinta. Bakugo y Midoriya, que estaban observando, se quedaron atónitos al ver cómo el fuego de Shoto crecía en intensidad y adoptaba una tonalidad anaranjada, casi dorada, como si estuviera encendido por una voluntad desconocida.

—¿Qué demonios es eso, Todoroki? —preguntó Bakugo, visiblemente impresionado.

Shoto, por primera vez, esbozó una sonrisa tranquila. —Es algo que descubrí. Algo que pertenece a mi familia. Mi fuego... no es como el de mi padre. Es algo que viene de un lugar distinto.

Desde ese día, Shoto comenzó a explorar más sobre la historia de su ancestro. Investigó sobre el mundo de los piratas y sobre el legado de Ace. Descubrió que el símbolo de la “D” que llevaba Ace era un símbolo de voluntad, de lucha por la libertad, y de desafío ante la injusticia. Sintió un profundo respeto por ese hombre y una conexión que le dio más sentido a su propia vida.

Con el tiempo, Shoto aprendió a usar su poder con un propósito renovado. Ahora, no solo como un símbolo del poder de su padre, sino como el legado de alguien que había vivido con valentía y pasión por proteger a otros.

Ahora, cuando encendía su fuego, ya no lo veía como una carga, sino como un recordatorio de la herencia que Portgas D. Ace había dejado.

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