ASUL

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Fanfic: "Uta y el ASL"

La brisa salada del mar golpeaba las mejillas de Uta mientras corría por la orilla. A su lado, Luffy, Ace y Sabo reían mientras jugaban a ver quién llegaba primero al faro. Aunque solo era una niña, su energía parecía la de un adulto, herencia de sus padres y, sobre todo, de haber crecido entre tres chicos que jamás conocieron lo que era la calma.

Uta había nacido en el seno de la tripulación del Red-Haired Pirates, hija de Shanks y una mujer cuyo nombre nunca se mencionó. Pero cuando Shanks se cruzó con Gol D. Roger, y la vida de los piratas del ASL comenzó a entrelazarse con la suya, todo cambió.

Desde que era pequeña, Uta había escuchado las historias sobre cómo Luffy, Ace y Sabo habían formado una hermandad inquebrantable, un lazo tan fuerte como el acero. El viento del destino, tan impredecible como el mar, hizo que, tras la muerte de su madre, Uta fuera adoptada por la familia de Monkey D. Garp y se uniera a los tres chicos, creciendo en el pueblo de Foosha.

Shanks había estado muy involucrado en su vida, pero nunca pudo quedarse por completo. El tiempo que pasaba con ella, los consejos, las sonrisas y las enseñanzas de su padre eran muy diferentes a las de los chicos. Mientras que el Red-Haired Pirates estaba lleno de aventuras y peligros, Uta encontraba en Luffy, Ace y Sabo una estabilidad que le daba fuerza.

Luffy, siempre el más alegre y despreocupado, la veía como una hermana más. Su espíritu inquebrantable la inspiraba a no rendirse nunca, sin importar lo que el futuro les deparara. Ace, con su temperamento ardiente, siempre protegía a Uta como si fuera su propia sangre. Desde pequeños, había sido quien la defendiera con más rabia cuando alguien se atrevía a molestarla. Sabo, por su parte, era el equilibrio entre los dos: el protector calmado pero firme, siempre pendiente de sus necesidades.

La vida de Uta con ellos no era fácil, pero tampoco le faltaban momentos de risa. Mientras entrenaban en las montañas cercanas a Foosha, Uta aprendió a pelear con el mismo ímpetu que sus hermanos adoptivos. Su padre, Shanks, aunque distante, le enseñó el poder de la espada y cómo usar la música para calmar su espíritu en los momentos de dolor. Así, Uta encontró en la combinación de lucha y música una forma única de enfrentarse al mundo.

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El primer reto juntos

Un día, mientras caminaban por el pueblo, un grupo de piratas locales apareció, buscando problemas. Sin pensarlo, Luffy les desafió al instante, con su típica sonrisa descarada. Ace, alzando su brazo, lanzó una mirada desafiante, mientras Sabo ya se preparaba para un combate más táctico.

Uta, mirando a sus hermanos, sintió una mezcla de emoción y nervios. Aunque siempre había entrenado con ellos, era la primera vez que luchaba de forma seria en su presencia. Pero antes de que pudiera dudar, Luffy la animó.

“¡Vamos, Uta! ¡Tú puedes! ¡Demuestra lo que sabes!”

El sonido de la risa de Luffy le dio confianza. Sin pensarlo dos veces, Uta desenvainó su espada, un regalo de Shanks, y se lanzó al combate con una fuerza renovada. Sus movimientos eran rápidos y precisos, combinando la agilidad de una bailarina con la fuerza de una guerrera. A su lado, Ace y Sabo luchaban con su ya conocida destreza, pero lo que los sorprendió fue cómo Uta, en su primer combate serio, usaba el ritmo de su música interna para anticipar los movimientos de los piratas.

La pelea terminó en una victoria rotunda para el cuarteto. Exhaustos pero llenos de adrenalina, se sentaron juntos en la playa, mirando el atardecer.

“Eres increíble, Uta”, dijo Sabo, sonriendo con orgullo.

Ace asintió, “¿Sabes? Creo que eres más fuerte de lo que pensábamos.”

Luffy, con su eterna energía, abrazó a Uta. “¡Te dije que podías hacerlo! ¡Eres parte de nuestra tripulación!”

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El futuro y las decisiones

A medida que pasaban los años, el vínculo entre Uta y el ASL solo se fortalecía. Uta no solo se volvió una guerrera formidable, sino también una joven cuya música se transformaba en algo más poderoso: un himno de esperanza y lucha, un canto que sus amigos y su padre siempre recordarían.

El tiempo en Foosha pasó rápidamente, y aunque sus corazones se llenaban de sueños, Uta sabía que el destino de cada uno estaba sellado. Luffy soñaba con convertirse en el Rey de los Piratas, Ace deseaba la libertad de los mares y Sabo luchaba por la justicia. Pero más allá de todo eso, siempre serían una familia.

Con el paso de los años, Uta encontró su propio camino, pero siempre siguiendo los pasos de los tres chicos que habían sido sus hermanos. Los recuerdos de esas tardes de entrenamiento y risas junto al mar se grabaron en su alma, y el vínculo con el ASL se convirtió en la brújula que la guiaba.

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Epílogo: El legado del ASL

En el futuro, cuando los caminos de Uta, Luffy, Ace y Sabo se separaran por completo, la joven de cabello rojo y sonrisa cálida siguió luchando, siempre con la música en el corazón y la fuerza del ASL acompañándola. La gente que la conoció nunca olvidó el eco de su risa, el poder de su espada y la melodía que surgía cuando la familia unida de los ASL tomaba el mar.

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