Capítulo 15: Plan de Escape

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La noche era densa, cargada de silencio y de secretos que parecían flotar en el aire como niebla. El tiempo se había vuelto una especie de reloj de arena interminable, y cada grano que caía resonaba en la mente de Mónica, recordándole que el sábado estaba más cerca de lo que pensaba. En el fondo, el miedo estaba en cada pensamiento y cada movimiento, pero también había algo más, un atisbo de libertad que ardía como una chispa bajo sus costillas, un fuego que, poco a poco, iba transformando el miedo en determinación.

La decisión de escapar de Javier había sido la más difícil de su vida. Pero ahora, con Vanesa a su lado, sintió que algo dentro de ella había cambiado. Aún quedaban detalles por resolver, pasos que dar, decisiones que tomar. No había vuelta atrás.

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La Llamada del Plan

Eran las siete de la tarde cuando Vanesa llamó a Mónica. La voz de Vanesa resonaba firme, cargada de la misma seguridad que había estado transmitiendo desde el inicio de este viaje.

—Mónica, ¿cómo estás? ¿Estás segura? —preguntó Vanesa, cada palabra un puente entre ambas, sosteniéndola sin apretar demasiado.

—Sí, Vane. Nunca había estado tan segura. —La voz de Mónica era un susurro, suave pero con una convicción que la sorprendía a sí misma—. Él tiene esa reunión importante el sábado en la noche. Será el momento perfecto.

Vanesa asintió al otro lado de la línea, aunque Mónica no pudiera verla. Sabía que cada segundo contaba y que este era el único momento que tendrían para escapar.

—Bien, entonces el plan es que el sábado, en cuanto él se vaya, agarres las cosas que necesitas y te vengas directamente a mi casa. —Vanesa habló con una certeza que sólo podía venir de alguien que había planeado todo en su mente—. Yo ya tengo listas las habitaciones, la casa está a tu disposición. Aquí van a estar seguras tú y las niñas.

Había algo reconfortante en la voz de Vanesa, como si la calma que transmitía pudiera envolver a Mónica, cubriéndola de una protección invisible. No había necesidad de discutir ni de pensar dos veces; Vanesa era la única persona en quien confiaba, y ese era un ancla sólida en un océano de incertidumbre.

—Gracias, Vane. No sé qué haría sin vos —susurró Mónica, el agradecimiento colándose entre las grietas de su voz, tan vulnerable como el temblor de una hoja a punto de caer.

Vanesa sonrió, aunque Mónica no pudiera verla. Sabía que esa simple palabra, "gracias", llevaba consigo una carga de peso y significado. Era un pacto silencioso, una promesa de apoyo incondicional.

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El Plan en Movimiento

Los días siguientes fueron una serie de preparativos cuidadosamente orquestados. Mónica empezó a empacar discretamente, escondiendo lo esencial en una mochila que guardaba en el armario, cubriéndola con ropa vieja. Cada prenda, cada juguete de las niñas, cada objeto que metía en esa bolsa parecía pesarle el doble, cargado de la expectativa de un futuro incierto.

El sábado llegó antes de lo que esperaba. El día se deslizó entre sus dedos como agua, y cuando finalmente cayó la noche, el silencio en la casa era ensordecedor. Javier se alistaba para su reunión, revisando documentos y hablando por teléfono en un tono de voz frío y calculador, ajeno a los planes que se tejían bajo su propio techo.

—Mónica, me voy —dijo Javier, apenas mirándola—. Cuida bien a los niños.

Fue todo lo que dijo antes de salir, como si fuera una frase lanzada al aire sin ningún peso, una orden desechable. Y entonces, la puerta se cerró, y el silencio volvió a envolver la casa, esta vez con una intensidad que le erizó la piel a Mónica.

Confianza en el Abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora