Capítulo 19: Ataques Personales

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El ambiente del tribunal se tornó aún más tenso, los días del juicio habían alcanzado un punto donde la presión era tangible en el aire. Vanesa y Mónica habían resistido cada maniobra de la defensa de Javier, pero sabían que algo siniestro se avecinaba. La estrategia de la defensa era simple, aunque ruin: llevar el caso al extremo, destrozar la reputación de Mónica hasta convertirla en una caricatura ante los ojos del juez y del público. Javier y sus abogados sabían que la verdad no estaba de su lado, así que recurrirían a cualquier táctica para socavar la credibilidad de Mónica y sacarla de equilibrio.

Los abogados de Javier introdujeron, entonces, una serie de testigos. Personas desconocidas que, entre fingidas pausas y ojos entrecerrados, contaron historias que dejaban a Mónica como una persona desleal, caprichosa y hasta infiel. Uno tras otro, estos “testigos” desfilaron frente al juez, esbozando mentiras cuidadosamente orquestadas. Sin embargo, para Vanesa, cada palabra, cada gesto, cada pausa estudiada era un desafío.

Vanesa observaba a uno de los “testigos” con calma, esperando el momento justo para intervenir. El hombre, vestido con un traje barato pero pulcro, evitaba su mirada, los ojos inquietos como si buscaran una salida de emergencia que no existía. Sabía que mentía, y Vanesa también.

—Vanesa, tranquila pero firme: “Señor Gómez, ¿me podría repetir cómo conoció a la señora Mónica?”

El hombre tragó saliva, su voz temblorosa: “Yo… trabajaba en un restaurante donde ella iba con frecuencia… ahí fue que nos conocimos y tuvimos varios encuentros sexuales, siempre me esperaba al cierre y ahí era cuando sucedia.”

Vanesa lo miró con una leve sonrisa, dejando que el silencio incomodara al testigo.

—Vanesa: “¿Y podría decirme el nombre del restaurante?”

—Testigo Gómez, dudando: “Claro, claro… era… ‘El Encanto’.”

Vanesa dio un leve suspiro, fingiendo decepción.

—Vanesa, mirando al juez: “Señoría, tenemos aquí una copia de la licencia de trabajo del señor Gómez, donde se detalla que, durante el periodo en que asegura haber conocido a mi clienta, no trabajaba en ‘El Encanto’, sino en un almacén en otra ciudad. Este testimonio, evidentemente, ha sido manipulado para crear una imagen falsa de mi clienta.”

Los murmullos comenzaron a esparcirse en la sala. El abogado de Javier apretaba los labios, visiblemente molesto, mientras el testigo miraba hacia el suelo, atrapado en su propia red de mentiras.

Para Vanesa, este juicio era más que un enfrentamiento legal; se había convertido en una representación de cómo, muchas veces, el poder económico buscaba aplastar la verdad a través de la manipulación y la prepotencia. Las tácticas de Javier no eran más que una cortina de humo para ocultar sus propias debilidades. Era como un castillo de arena en el que cada testigo falso representaba un grano, y con cada palabra, Vanesa se encargaba de demolerlo, grano por grano.

Vanesa se enfrentó entonces a un nuevo testigo, uno de los actores más confiados del equipo de Javier. A diferencia de los anteriores, este hombre parecía seguro de sus palabras, relatando historias de supuesto amorio de el y Mónica. Sus afirmaciones, cuidadosamente orquestadas, se enfocaban en pintar a Mónica como una mujer caprichosa, insaciable y dispuesta a engañar. Pero Vanesa percibió algo peculiar en su lenguaje corporal, una chispa de inseguridad oculta tras su fachada de confianza. Sabía que ahí había algo más.

—Vanesa, mostrando una sonrisa casi imperceptible: “Señor Torres, parece que su testimonio tiene ciertos puntos contradictorios con lo que afirma en sus redes sociales.”

El hombre la miró, claramente desconcertado.

—Vanesa: “¿Podría explicarnos un poco sobre su vida personal? Tal vez sobre su pareja y círculo cercano.”

Torres tragó saliva, intentando mantener la compostura.

—Torres: “Eso… eso no es relevante para el caso. Mi vida personal no tiene nada que ver.”

Vanesa continuó con calma, sin perder de vista al juez y a los abogados de Javier.

—Vanesa: “Señoría, el señor Torres aquí presente es, en realidad, una persona en una relación pública con otro hombre, como demuestran estas fotos y comentarios en sus redes sociales. Además, su círculo de amigos cercanos también lo apoya en su estilo de vida. No tengo duda de que su preferencia sexual no tiene nada de incorrecto, pero el hecho de que venga aquí a testificar falsamente sobre relaciones con una mujer nos lleva a cuestionar la veracidad de su testimonio.”

La sorpresa en la sala era evidente. La defensa de Javier se quedó sin palabras, y la cara de Torres enrojeció al comprender que su mentira había sido desmantelada. El juez miró a Vanesa, impresionado por la precisión de sus estrategias, y comenzó a cuestionarse seriamente la veracidad de cada testigo presentado por la defensa de Javier.

Para Mónica, cada revelación era una especie de redención, como si finalmente el peso de las mentiras de Javier comenzara a disiparse. La imagen de ella, proyectada por esos falsos testigos, se desmoronaba poco a poco, y la verdad iba ganando terreno. Sentía el apoyo de Vanesa en cada momento, una presencia inquebrantable que había convertido la sala del tribunal en un campo de batalla en el que la justicia comenzaba a asomar.

El juez observaba el desarrollo de los testimonios con creciente escepticismo hacia la defensa de Javier. Comprendía que, al margen de la sofisticación aparente de sus abogados, el caso que habían construido era frágil y estaba plagado de mentiras. Las tácticas sucias de la defensa se desmoronaban una tras otra bajo la destreza de Vanesa, y el juez comenzó a ver a Mónica bajo una nueva luz: la de una mujer que había sido víctima de abuso, manipulación y desprecio, pero que ahora se alzaba con fuerza para defender su verdad.

Cuando terminó la jornada, Vanesa y Mónica se retiraron del tribunal. Mónica estaba agotada, pero en sus ojos había una chispa de esperanza que no se veía en mucho tiempo.

—Mónica: “Gracias, Vanesa. No solo por desmentir esas horribles acusaciones, sino por creer en mí cuando todo parecía perdido.”

Vanesa la miró, con una mezcla de cansancio y orgullo.

—Vanesa: “Tú eres la razón por la que sigo adelante, Mónica. Porque tu historia merece ser escuchada. Y porque cada vez que alguien intenta silenciar la verdad, yo estaré ahí para que brille más fuerte.”

En ese momento, ambas supieron que la guerra estaba lejos de terminar, pero el juicio ya no era solo un enfrentamiento contra Javier. Era una lucha por la dignidad de Mónica, por el derecho a vivir sin el peso de las mentiras y manipulaciones. Y, aunque el camino era largo y arduo, Vanesa estaba decidida a seguir adelante, enfrentando cada obstáculo con la misma determinación. Sabía que, al final, la verdad siempre encontraba su manera de prevalecer, como una semilla que crece en medio de la oscuridad, rompiendo las cadenas de la opresión para florecer en libertad.



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Flor🌹

Confianza en el Abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora