Han pasado doce años desde la renovación de votos de Mónica y Vanesa, y la vida ha continuado tejiendo hilos de amor, alegría y crecimiento en la familia. Cada miembro ha seguido su propio camino, floreciendo en su identidad y en sus sueños, como si cada paso dado fuera el reflejo de los cimientos de amor y aceptación que Mónica y Vanesa supieron construir. Ahora, en un día especial, todos se reúnen para celebrar la graduación de Matías de la escuela secundaria, un momento que simboliza tanto el cierre de un ciclo como el comienzo de otro.
El sol de la tarde acaricia el jardín de la casa, iluminando los rostros de quienes han sido testigos de esta historia de amor y de familia. Mónica y Vanesa, de pie una junto a la otra, observan cómo sus hijos y su nieta llenan de risas el espacio. Están tomadas de la mano, sus miradas intercambiando complicidad y gratitud por la vida que han construido juntas.
Las voces de los invitados se mezclan en un murmullo alegre mientras todos se preparan para recibir al protagonista de la celebración, Matías, quien está a punto de graduarse. Sus hermanas, Pía y Sara, están allí, cada una irradiando la luz de los caminos que han elegido. Pía, con su característico cabello largo ondulado rubio y sus ojos llenos de empatía, observa a su esposo, Kevin, quien sostiene a su bebé de dos meses, Keila, en sus brazos, a quien adoptaron hace solo dos meses atras. La presencia de su hija ha traído una nueva dimensión de amor a su vida, y la alegría de ser madre es evidente en cada gesto, en cada sonrisa.
Por su parte, Sara, con su porte decidido y su mirada profunda, está de pie al lado de Luna. Ambas irradian felicidad y serenidad. Después de años de amistad y de una conexión que se había ido construyendo poco a poco, finalmente habían encontrado el valor para admitir el amor que sentían la una por la otra. Las dos decidieron seguir los pasos de sus madres, y estaban a punto de convertirse en abogadas.
> —Es difícil de creer, ¿verdad? —dice Mónica, apretando suavemente la mano de Vanesa mientras observan a sus hijas—. Nuestros pequeños han crecido tanto.
Vanesa sonríe, sus ojos humedecidos por la emoción.
> —Sí, y cada uno de ellos ha encontrado su propio camino —responde con un susurro, como si las palabras no quisieran interrumpir el momento—. Hemos hecho un buen trabajo, mi amor.
Finalmente, Matías hace su entrada, y el orgullo que sienten Mónica y Vanesa es palpable. Matías se ha convertido en un joven de 17 años seguro de sí mismo, con una conexión especial con la naturaleza y los animales que ha decidido llevar adelante al elegir estudiar Veterinaria. Es evidente que su amor por los animales no es solo un pasatiempo, sino una vocación que lo ha guiado a lo largo de los años.
> —¿Listo para ser el centro de atención, Mati? —le pregunta Sara, dándole un suave codazo mientras lo abraza.
Matías sonríe, su mirada brillante.
> —Listo para todo lo que venga —responde con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo—. Aunque, la verdad, no sería nada sin ustedes.
Pía, que lo escucha, le lanza una mirada cálida y juguetona.
> —Oh, no digas eso. Sabes que eres nuestro consentido —bromea, apretando su hombro—. Y hoy es tu día, así que disfrútalo.
En medio de las felicitaciones y los abrazos, se hace evidente la conexión especial que los tres hermanos comparten. Sara, con su firme determinación y su amor por la justicia, se ha convertido en una figura protectora para Matías. Pía, con su dulzura y empatía, ha sido un ejemplo de valentía y autenticidad.
> —¿Recuerdas cuando nos dijiste que querías ser veterinario? —pregunta Pía, recordando con nostalgia—.
Matías sonríe y asiente, mirando a los perros de la familia, que descansan tranquilamente a su lado, ya viejitos pero cuidados, amados y felices.
> —Sí. Desde ese momento supe que quería cuidar de ellos, de todos los animales —responde, acariciando a Carmela con cariño—. Quiero devolverles todo lo que nos dan.
Sara, quien ha escuchado la conversación, interviene con una sonrisa.
> —Creo que será una gran pérdida para los animales si decides no dedicarte a ellos, Mati —dice, en tono de broma, pero con la sinceridad en sus ojos.
> —¡Oh, vamos, Sara! —responde Matías, entre risas—. Como si tú no fueras ya nuestra abogada favorita.
Los tres hermanos ríen juntos, y sus madres los observan a distancia, sus rostros llenos de orgullo y de amor.
Mientras cae la tarde, Mónica y Vanesa se retiran un poco de la multitud, tomando un momento para observar a su familia en silencio. Los años han pasado y han traído consigo desafíos y alegrías, pero el amor que se tienen ha sido la constante que las ha mantenido unidas.
> —¿Recuerdas cuando todo esto era solo un sueño? —murmura Vanesa, apoyándose en el hombro de Mónica—. Pensábamos que unir a nuestra familia era algo tan lejano.
Mónica asiente, su mirada perdiéndose en el horizonte.
> —Y mira dónde estamos ahora —dice suavemente—. Una familia completa, llena de amor, con hijos que nos enorgullecen cada día. No podríamos pedir más.
Vanesa la mira, y en sus ojos se refleja el amor de tantos años, de tantas historias compartidas. La toma de la mano, y juntas, se quedan en silencio, observando a sus hijos, sus perros y su nieta, sabiendo que en ellos está el legado de su amor, un amor que ha resistido el tiempo y que ha florecido en cada uno de ellos.
La celebración continúa con música, risas y anécdotas. Kevin, el esposo de Pía, se une a la conversación, sosteniendo a la pequeña Keila en sus brazos mientras Pía lo mira con ternura.
> —¿Ya tienes pensado el momento perfecto para que Keila conozca su primer parque de animales? —le pregunta Matías, acariciando la cabeza de la pequeña con delicadeza.
Kevin sonríe y asiente.
> —Claro que sí, creo que su tío Matías nos puede ayudar a organizarlo, ¿no crees? —dice, lanzando una mirada cómplice a Matías, quien sonríe entusiasmado.
La pequeña Keila balbucea en brazos de su padre, y en ese instante, el círculo de la familia se siente completo, como un ecosistema que ha crecido y evolucionado a lo largo de los años.
La noche cae, y los invitados comienzan a despedirse, dejando a la familia en la quietud de su hogar. Mónica y Vanesa se quedan en la sala, sus manos entrelazadas mientras observan a sus hijos y a su nieta, todos reunidos y felices.
> —Este es el momento en el que todo cobra sentido —dice Mónica, con los ojos brillantes de emoción—. Todo lo que hemos vivido, cada desafío, cada alegría… todo nos ha traído hasta aquí.
Vanesa asiente, y en silencio, ambas contemplan el fruto de su amor, sabiendo que, a pesar de los años y de los cambios, su amor sigue siendo el pilar de todo lo que han construido.
> —Gracias por cada día, Mi amor —susurra Vanesa—. No podría haber hecho esto sin ti.
Mónica la abraza, y juntas miran hacia el futuro, sabiendo que, aunque los días continúen, siempre tendrán el amor y la familia que tanto soñaron.
Esta noche, la familia descansa en la paz de su hogar, en la calidez de saber que el amor es la fuerza que los une, que los sostiene y que los guía hacia cada nuevo amanecer. La historia de Mónica y Vanesa ha llegado a su final, pero su legado continuará en cada sonrisa, en cada abrazo, y en cada recuerdo que han dejado en el corazón de quienes han compartido su vida.
-------
Fue hermoso escribir está historia con tantos personajes.
Publicaré a pedido de una lectora una nueva historia de Mónica y Vanesa, luego de la ruptura. Estén atentas.
Y nuevamente gracias por seguir apoyando mis historias. 💜Flor🌹
ESTÁS LEYENDO
Confianza en el Abismo.
FanfictionConfianza en el Abismo relata la historia de un mundo alternativo donde Vanesa Martín es una abogada feminista y defensora de los derechos humanos, y Mónica Carrillo, una madre atrapada en una relación abusiva. Vanesa, marcada por su propio pasado d...