Tres años después de aquel fatídico día en que Pía y Sara desaparecieron, la vida de Mónica y Vanesa había cambiado de maneras que jamás imaginaron. Aunque no se permitieron dejar de buscar a sus hijas ni un solo día, su carrera había evolucionado de forma impresionante. Ambas, a pesar del dolor que cargaban, crecieron y se convirtieron en un símbolo de lucha y resiliencia, reconocidas en todo el país como el dúo imbatible de abogadas en casos de violencia de género. Se forjaron una reputación no solo por su habilidad, sino por su pasión y su incansable voluntad de hacer justicia para otras mujeres que, como ellas, habían sido víctimas de pérdidas y heridas profundas.
Desde el primer juicio que enfrentaron juntas, dejaron claro que su compromiso iba más allá de lo profesional; era una misión personal. En cada caso que tomaban, volcaban el amor, la rabia y la esperanza que albergaban, convirtiendo el dolor en un grito de justicia. Cada juicio ganado era un recordatorio de su fortaleza y, de alguna forma, un tributo silencioso a sus hijas.
Los periódicos y revistas no tardaron en hablar de ellas, de las “imparables”, de esas mujeres que llevaban en su interior una lucha que trasgredía las normas. Era como si la falta de sus hijas les hubiera dado una valentía única, una llama que las impulsaba a no dejar caer a ninguna mujer en los sistemas injustos. En el trabajo, eran un equipo perfecto; Vanesa, con su frialdad calculadora y habilidad para ver más allá de las evidencias, y Mónica, con su empatía, logrando que los testimonios se convirtieran en flechas que apuntaban directamente a la verdad.
Vanesa sonrió con melancolía, una tarde en la que Mónica discutía apasionadamente en la sala de un juzgado. En sus ojos veía el dolor transformado en poder, la herida convertida en cicatriz que jamás desaparecería pero que cada día era menos oscura.
—“Eres una fuerza de la naturaleza, amor,” le dijo al salir del tribunal, con un orgullo que le iluminaba la mirada.
—“Lo somos, Cariño. No podría hacer esto sin ti,” respondió Mónica, apretándole suavemente la mano.
Camarón, el fiel perro salchicha que las había acompañado desde aquel regreso a Málaga, saltaba alegremente alrededor de sus piernas, ajeno a los pesares de sus dueñas, pero siempre ahí, como un recordatorio de que incluso en las horas más oscuras había un motivo para seguir adelante.
El éxito profesional no disipaba la tristeza que Mónica llevaba en su corazón. Sin embargo, con el tiempo, comenzó a surgir en ella una nueva esperanza. Una noche, mientras miraba a Vanesa dormir, comprendió que había llegado el momento de sanar un poco más. Tenía el impulso de ofrecerle algo hermoso, algo que las llenara de esperanza. Decidió que quería tener un hijo con Vanesa.
Esa noche, mientras charlaban en la terraza, rodeadas del susurro de la noche y el suave murmullo de las olas en la distancia, Mónica expresó su deseo.
—“Cariño, he estado pensando… quiero que tengamos un hijo. Quiero que este amor que sentimos siga creciendo y que nos dé fuerzas. Que podamos vivir juntas esta alegría, que traigamos a alguien que también nos ayude a recordar que hay belleza incluso en el dolor,” le dijo, con una ternura que solo podía venir de una decisión meditada y sincera.
Vanesa la miró en silencio, sus ojos llenándose de lágrimas de felicidad y asombro. Desde el momento en que había conocido a Mónica, había soñado en silencio con formar una familia junto a ella, pero nunca quiso presionarla, especialmente en medio de tanto sufrimiento. Acarició el rostro de Mónica, un gesto que llevaba el peso de todos los años juntas, de todo el amor que las sostenía a pesar de las heridas.
—“Nada me haría más feliz, amor. Gracias por querer darme este regalo. Será nuestro renacer, nuestra oportunidad de construir algo hermoso juntas,” respondió con voz temblorosa.
Decidieron usar el método ROPA, en el cual Vanesa aportaría el óvulo y Mónica sería quien llevaría al bebé en su vientre. El proceso fue emotivo y lleno de esperanza. Mónica quedó embarazada en el segundo intento de inseminación, y la alegría de ambas era indescriptible. Desde ese momento, Vanesa se dedicó a cumplir cada antojo de Mónica, a acompañarla en cada consulta médica y a acariciar su vientre todas las noches, susurrándole promesas de amor a ese pequeño ser que crecía dentro de ella.
El embarazo de Mónica fue sereno, lleno de momentos de paz y de una felicidad que irradiaba como un suave resplandor en sus días. La llegada de Matías, ocho meses y tres semanas después, fue un momento de redención para ambas. En la sala de parto, Vanesa sostuvo la mano de Mónica con una mezcla de nervios y emoción, y cuando el llanto de Matías llenó la habitación, ambas supieron que algo en ellas había renacido.
Matías se convirtió en el centro de sus vidas, el refugio que ambas necesitaban para seguir adelante. Aunque la ausencia de Pía y Sara seguía pesando en sus corazones, el amor que sentían por su hijo las ayudó a transformar esa tristeza en una fuerza renovada. Matías se convirtió en su motor, en la razón por la que cada día se levantaban con una sonrisa, en su pequeño y esperanzador recordatorio de que la vida, a pesar de sus sombras, podía traer también alegría.
A medida que Matías crecía, la complicidad entre Mónica y Vanesa se hacía cada vez más profunda. Sus noches ya no eran de lágrimas; ahora eran de risas, de juegos, de leer cuentos y ver a su hijo descubrir el mundo. Aunque seguían buscando a Pía y Sara, ahora tenían una razón más para luchar, una razón que les daba fuerzas para seguir creyendo en la posibilidad de un futuro donde Matías pudiera conocer a sus hermanas.
En cada beso, en cada caricia y en cada palabra de amor, Vanesa y Mónica reafirmaban su compromiso de seguir adelante. Sabían que el camino aún era incierto, pero también sabían que, mientras se tuvieran la una a la otra y a su pequeño Matías, podrían enfrentar cualquier cosa que la vida les pusiera enfrente.
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Flor🌹
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Confianza en el Abismo.
FanfictionConfianza en el Abismo relata la historia de un mundo alternativo donde Vanesa Martín es una abogada feminista y defensora de los derechos humanos, y Mónica Carrillo, una madre atrapada en una relación abusiva. Vanesa, marcada por su propio pasado d...