Suegro y Yerno

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Au: GF Au
Ship: Venus x Neptuno
Palabras: 861
Perspectiva: narrador omnisciente

Toda pareja busca la aprobación de sus suegros, al menos un abrazo o bienvenida a la familia

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Toda pareja busca la aprobación de sus suegros, al menos un abrazo o bienvenida a la familia.

Venus estaba nervioso, arreglaba el mantel apresuradamente y se aseguraba que todo estuviera bien y presentable.

–no estás...¿sobre exagerando?–

Preguntó su hermano menor, mirando la perfección con la que Venus acomodaba todo.

Mercurio y Venus son hijos del mismo padre más no de la misma madre. Ambos viven en el mismo apartamento con sus amigos y estudian en la misma universidad.

–no lo entiendes, maldito enano–

Venus por su parte aprovechaba cada momento para molestar a su hermanito o al menos insultarlo de alguna forma.

–no deberías ser tan grosero–

Dijo Marte con una sonrisa, trayendo un jarrón a la mesa y acomodando algunas flores en este mismo.

–no lo entiendes, mi padre viene a cenar...¡mi padre!–

Venus seguía estresado, llegando al grado de acomodar cada silla y cuadro de la sala para que estén perfectamente alineados.

–tu padre es buena gente, no veo el inconveniente–

Insistió Marte, con una sonrisa divertida ante la situación.

–el inconveniente no es eso...el inconveniente es que va a conocer a mi novio–

Dijo el más alto, un poco avergonzado.
Su novio era para él, el más especial y el mejor del mundo, pero no sabía si su padre opinaría igual.

–dudo mucho que no se lleven bien–

Marte prefería mantenerse sereno y positivo.
Conocía al padre de sus amigos y si, era alguien quien tenerle respeto, pero eso era excederse y sobre preocuparse.

Venus suspiró y siguió acomodando todo, hasta que escuchó el timbre.

Todos se quedaron congelados.

–¡Llego Papá!–

Gritaron ambos hermanos al mismo tiempo, terminándose de peinar y corriendo para abrir la puerta.

Mercurio fue quien se acercó a la puerta, tomó un gran bocado de aire y se esforzó por no parecer nervioso.

Al abrir la puerta fue recibido con un abrazo fuerte por parte de su padre.

–¡Mercurio! ¡Que alegría verte!–

–hola papá...¿cómo estás?–

"Está de buen humor" Pensó Mercurio aliviado.

Pero al mirar a su derecha se sorprendió por ver a Neptuno.

–hola mercurin, veo que ya la cena está lista ¿dónde está mi lucecita?–

Neptuno tiene la costumbre de ponerle apodos a todos o llamarlos de formas extrañas.
Lucecita era el apodo de Venus, su novio.
Y Mercurin era el apodo de Mercurio.

–él...está en la sala, sigan–

El más pequeño guió a ambos adultos a dicha habitación, donde ya estaba Venus casi muerto de los nervios.

–¡lucecita!–

Gritó Neptuno, arrimándose a Venus y alzándolo en sus brazos, dándole pequeños besos en sus cachetes.

–¿Neptuno? Pensé que llegarías más tarde–

Dijo Venus, sintiendo su nerviosismo desvanecerse y sus mejillas colorearse un poco de rojo.

–oh, iba a llegar a más tarde, pero entonces me encontré a Sol en la tienda mientras iba a comprar calcetines para mi suegro, resultó que ambos veníamos para aquí y nos fuimos juntos–

Fue como un choque de realidad para Venus, quien alzó su mirada y notó a su hermano y a su padre parados justo a su lado.

Sol lo miraba fijamente.

–papá, que gusto verte–

Trato de disimular lo mejor que pudo, pero los constantes besos y abrazos de Neptuno no ayudaban lo suficiente.

–creo que ya estoy entendiendo todo–

Dijo Sol, cruzándose de brazos y dejando su sombrilla en el suelo.

–papá, no sabía que tú conocías a Neptuno, te juro que te lo hubiera presentado antes, pero estaba esperando un momento oportuno y...–

Venus trató de explicarse, queriendo que la mirada de su padre dejara de ser tan seria.

Sol se quedó en silencio.

Un silencio muy incómodo.

–¿los calcetines de caritas sonrientes y soles eran para mi?–

Preguntó Sol con una sonrisa, siendo que Neptuno acercó la bolsa con una expresión alegre.

–¿y el ukelele azul es para mi?–

Sol por su parte también le acercó una bolsa a su yerno con una sonrisa mientras decía que si.

–¡me encanta!–

Gritaron ambos al mismo tiempo.
Mientras Venus los miraba con confusión y tratando de entender las cosas.

Neptuno le había comprado calcetines a su suegro sin saber que él era Sol.
Sol le había comprado un ukelele a su yerno sin saber que era Neptuno.
¿La peor parte? Lo habían comprado en el mismo lugar, a la misma hora, con la misma vendedora y enfrente del otro.

–papá...él es mi novio, Neptuno–

Dijo Venus, tratando de mantener su compostura a pesar de no entender nada de lo que estaba pasando.

–oh, ya sé, te conseguiste un buen chico–

Dijo Sol, sin darle demasiada importancia a lo que decía su propio hijo y solo concentrado en medirse sus calcetines.

–no sabía que tu papá era uno de mis amigos–

Neptuno por otro lado se mostraba tranquilo, acariciando la espalda de su novio y recostando su cabeza sobre el hombro de él.

–ni yo–

Dijo Venus un poco avergonzado, en su vida se imaginó una reacción así, esperaba de todo, menos eso.

Menos a su padre usando calcetines de caritas por toda la casa.
Ni a su novio tocando ukelele sin saber ni que era.

 Ni a su novio tocando ukelele sin saber ni que era

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