UNA NOCHE PARA RECORDAR (DEVIE)

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Evie estaba terminando de ajustar el último vestido en su taller cuando escuchó un suave golpe en la puerta

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Evie estaba terminando de ajustar el último vestido en su taller cuando escuchó un suave golpe en la puerta. Sabía quién era antes de abrir. Doug siempre tenía esa forma dulce y discreta de anunciarse, como si temiera interrumpir algo importante.

DOUG: Hola, preciosa, (dijo con una sonrisa mientras entraba con una caja en las manos). Pensé que podrías necesitar un descanso.
EVIE: (lo miró con curiosidad, dejando a un lado los alfileres y el hilo). ¿Qué tienes ahí?
DOUG: Es una sorpresa, (respondió Doug, colocando la caja sobre la mesa). Pero necesitas vestirte. Y no me refiero a algo casual. Algo de princesa, ya sabes, tu especialidad.
EVIE: (arqueó una ceja, intrigada). ¿Y por qué debería confiar en ti, señor misterioso?
DOUG: (se inclinó hacia ella, apoyando suavemente su frente contra la de Evie). Porque nunca te decepcionaría.

Evie sonrió, incapaz de resistirse a su ternura, y fue a cambiarse. Eligió un vestido azul brillante con un corsé adornado con cristales que reflejaban la luz como estrellas. Cuando regresó, encontró a Doug esperándola, luciendo un traje oscuro que combinaba perfectamente con su atuendo.

DOUG: Perfecta (dijo Doug con admiración, tomándola de la mano). ¿Lista para nuestra aventura?
EVIE: Siempre que estés conmigo (respondió ella).

Doug la condujo por el sendero iluminado del castillo hacia los jardines. Pero en lugar de detenerse allí, la guió hacia una glorieta decorada con luces tenues y flores frescas. Había una mesa pequeña cubierta con un mantel blanco y dos sillas perfectamente colocadas.

EVIE: Doug, ¿qué es esto? (preguntó Evie, conmovida).
DOUG: Es nuestra noche, (respondió él, ayudándola a sentarse). Sé que últimamente has estado trabajando mucho, y quería recordarte que también mereces tiempo para ti... para nosotros.

La cena fue sencilla pero deliciosa, con platos que Doug sabía que a Evie le encantaban. Hablaron de sus sueños, de los días caóticos en Auradon, y de los recuerdos que habían construido juntos desde que se conocieron. Cada palabra, cada risa compartida, reforzaba lo especial que era su relación.

Cuando terminaron, Doug se puso de pie y extendió su mano.

DOUG: ¿Me concedes este baile?
EVIE: (rió suavemente). ¿Sin música?
DOUG: (sacó su teléfono y puso una melodía suave que llenó el aire). Nunca dejo nada al azar.

Evie tomó su mano, y juntos comenzaron a moverse bajo las luces brillantes de la glorieta. Era como si el mundo hubiera desaparecido, dejando solo a los dos en ese rincón mágico.

Mientras bailaban, Doug la miró con una intensidad que hizo que Evie sintiera que todo a su alrededor se detenía.

DOUG: Evie, nunca dejo de sorprenderme de lo increíble que eres. Tu pasión, tu talento, tu corazón. No sé qué hice para merecerte, pero prometo que siempre haré todo lo posible para hacerte feliz.
EVIE: (sintió un nudo en la garganta. Sabía que Doug siempre había sido su mayor apoyo, su refugio en medio del caos. Acarició suavemente su rostro y lo miró con la misma intensidad). Doug, tú eres mi constante. Cuando todo parece complicado, siempre puedo contar contigo. Y eso significa más de lo que las palabras pueden expresar.

Doug inclinó la cabeza y la besó suavemente, un beso lleno de amor, gratitud y promesas silenciosas. Cuando se separaron, ambos sonrieron, sabiendo que no necesitaban más palabras para entenderse.

Esa noche, en medio de las estrellas y las flores, Evie y Doug se prometieron en silencio algo más que amor: se prometieron siempre estar ahí el uno para el otro, no importa lo que el futuro les deparara.

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