CAP 29

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El tiempo nos pasó

NADIA

Desperté al sentir el peso de un brazo alrededor de mi cintura. Por un momento, no supe dónde estaba, ni cómo había llegado ahí, pero cuando abrí los ojos y vi la habitación que conocía tan bien, todo volvió a mí como una ráfaga de aire helado.

La mansión de Christopher.

Me giré lentamente, y ahí estaba él, acostado a mi lado. Su rostro parecía tranquilo, casi en paz, pero yo sabía que era una fachada. Todo en Christopher era una batalla interna, y me dolía saber que yo era parte de su tormenta.

Lo observé por unos segundos, recordando cómo había terminado aquí. Las palabras que habíamos intercambiado la noche anterior todavía resonaban en mi cabeza, como un eco cruel que no podía apagar. Lo había llamado cobarde, él me había llamado egoísta. Nada de eso era mentira, pero dolía igual.

Intenté moverme con cuidado para no despertarlo, pero su brazo se tensó alrededor de mí.

—¿A dónde crees que vas? —murmuró, con la voz ronca por el sueño.

Tragué saliva, sintiéndome expuesta.

—Necesito irme. No debí venir aquí...

Christopher abrió los ojos, y en ellos había una mezcla de cansancio y algo que no podía descifrar.

—No, no debiste. Pero aquí estás. —Su tono era tan neutro que me puso nerviosa.

Me incorporé, quitándome su brazo de encima.

—No tiene sentido que me quede, Christopher. Tú mismo lo dijiste, esto... nosotros, ya no existe.

—¿Y entonces por qué volviste? —preguntó, sentándose también. Sus ojos estaban fijos en mí, desafiantes.

—No lo sé —admití, mi voz apenas un susurro.

Christopher rió, pero era un sonido vacío, carente de humor.

—Claro que lo sabes, Nadia. Siempre lo sabes. Solo que no quieres admitirlo.

—¿Admitir qué? —repliqué, sintiendo cómo mi pecho se llenaba de rabia otra vez. —¿Que te extraño? ¿Que todavía te amo? ¡Eso ya lo sabes, Christopher! Pero tú te vas a casar. ¿Qué más quieres de mí?

Él no respondió de inmediato. En su lugar, se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, mirando hacia el jardín.

—Quiero que dejes de joderme la cabeza —dijo finalmente, su voz baja pero cargada de frustración. —Quiero que me dejes en paz, Nadia.

Sus palabras fueron como un balde de agua fría.

—Eso estoy intentando hacer —dije, poniéndome de pie. —Pero no puedo. ¿Sabes por qué? Porque no importa cuántas veces me diga que te olvide, siempre estás ahí. En mi mente, en mis malditos recuerdos...

—Eso no es mi problema —respondió, girándose para mirarme. —Yo no te pedí que vinieras.

—¡No, pero tampoco haces nada para detenerme! —grité, sintiendo cómo las lágrimas empezaban a llenar mis ojos. —Siempre estás ahí, Christopher. Siempre me miras como si todavía fuera tuya. ¿Por qué lo haces?

—Porque lo eres... —susurró, pero su voz estaba llena de dolor.

Me quedé en silencio, procesando lo que acababa de decir. Mi corazón latía con fuerza, y por un momento, sentí que podía detenerse en cualquier segundo.

—Entonces, ¿por qué vas a casarte? —pregunté, mi voz temblando. —Si todavía crees que soy tuya, ¿por qué estás haciendo esto?

Christopher se acercó a mí, deteniéndose a pocos centímetros de distancia. Sus ojos se clavaron en los míos, y por un momento, sentí que podía ver directamente dentro de su alma.

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora