CAP 54

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54 motivos

NADIA

El viento frío me golpeaba el rostro mientras caminábamos hacia el cementerio privado. Milo, acurrucado en mis brazos, parecía percibir mi estado de ánimo; estaba inusualmente callado, observando todo a su alrededor como si supiera que este lugar guardaba un dolor que jamás desaparecería.

Alyssa iba a mi lado, sosteniendo un ramo de flores blancas. No hablábamos, pero tampoco hacía falta. Ambas sabíamos lo que significaba este día, este lugar. La muerte seguía siendo una herida abierta, un recordatorio de lo que había perdido y de lo que nunca podría recuperar.

Cuando llegamos a las tumbas, sentí como si el aire se hiciera más pesado. Mi pecho dolía, y cada paso hacia esas lápidas se sentía como cargar el peso del mundo.

Allí estaba la tumba de mi tío Killian, el hombre que me enseñó lo que era ser amada, protegida, lo que significaba tener una familia de verdad. A su lado, Bryan Lancaster. Mi compañero de batalla, el hombre que durante 12 años fue mi única luz en el infierno del psiquiátrico. Ambos se habían ido, arrancados de mi vida de formas que todavía no podía procesar del todo.

Coloqué las flores en la tumba de Killian primero, mis dedos temblando al rozar el mármol frío.

—Hola, tío… —mi voz era apenas un susurro—. ¿Cómo estás? ¿Allá donde estás? Porque aquí… aquí todo sigue siendo un caos sin ti.

No podía contener las lágrimas. Cerré los ojos y reviví aquel día. La sangre. Sus ojos apagándose mientras yo gritaba desesperada. Había intentado salvarlo, pero no fui lo suficientemente rápida.

—Te vi morir, y aún no puedo creerlo —susurré, inclinándome para tocar las letras doradas grabadas con su nombre—. Eras mi héroe, tío. Lo que mi padre nunca fue… tú lo fuiste.

Suspiré pesadamente.

—He hablado con mi madrina Daphne. Tío, está destruida por lo total. Está siendo medicada, yendo a terapia, dejo el trabajo de medio tiempo y ahora acepta hasta turnos nocturnos en el hospital. Es bastante duro para ella, así como para todos aquí.

El aire parecía más frío mientras me dirigía a la tumba de Bryan. Mi Bryan. Lo había visto caer también, su rostro desfigurado por el dolor, pero aun así con una sonrisa débil cuando nuestras miradas se cruzaron por última vez. Él había dado todo por mí, incluso su vida.

Alyssa rompió el silencio, su voz apenas un murmullo detrás de mí.

—Él… él me hacía sentir completa, Nadia. Lo extraño tanto…

Giré mi rostro hacia ella, y verla con los ojos llenos de lágrimas me rompió. Alyssa siempre había sido fuerte, casi impenetrable. Verla así, tan vulnerable, me hizo querer abrazarla, protegerla de todo.

Me acerqué a ella y la rodeé con un brazo, ambas mirando las tumbas en silencio. Milo gimoteó en mis brazos, como si entendiera la tristeza que nos envolvía.

Finalmente, levanté la mirada hacia el cielo. El atardecer era hermoso, los colores cálidos pintaban un contraste cruel con el frío en mi corazón.

—¿Quién diría esto, Bry? —susurré, mi voz quebrada—. Hace poco te decía “Estás lindo, Bry”, solo para molestarte, para que fueras a ver a Alyssa. Hoy… ella y yo venimos a verte. Y no estás aquí para reírte de mi sarcasmo.

Mis palabras cayeron en el silencio del cementerio, pero en mi mente resonaban como un eco doloroso.

—¿Sabes algo, Bry? —continué, tragando con dificultad—. Lo extraño más es que tú entendías mi dolor, mi rabia, porque la habías vivido conmigo. Ahora… estoy sola en esto.

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora