"Capítulo 36"

29 4 0
                                    

Increíble.

Así estuvo la fiesta de Williams anoche.

Fatal.

Así está mi resaca esta mañana.

No sé qué se me pasó por la cabeza en el momento en que decidí que juntar vodka con tequila era buena idea, supongo que fue el pensamiento de que Matteo me estaba cuidando, como me dijo. Así lo hizo, y eso fue lo que me permitió haberla pasado tan excelente.

Y es que la noche fue maravillosa, no recuerdo la última vez que me divertí tanto. Recuerdo haber bailado en la pista, sobre una mesa, sentarme a charlar con las chicas, reírme mucho de Zack cuando una chica borracha se le acercó a coquetear, de Briana cuando no se despegaba de Gabriel ni para ir al baño, de Mark cuando se vomitó encima de beber tanto, de Jade cuando no paraba de hacerle ojitos a Nick, de Matteo por estar tan serio viendo mal a todo el desconocido que se me acercaba... Literalmente me reí de todo, creo que era más por el nivel de borrachera que traía que de la situación en sí, pero definitivamente va a pasar mucho tiempo para poder superar esa fiesta.

Ya llevo un rato despierta y, ahora mismo estoy sentada en una de las sillas de la barra. Pongo un analgésico en mi lengua, y luego bebo un trago de mi vaso de agua para bajar la pastilla por mi garganta.

Enseguida comienza a hacer efecto, y mi cabeza se empieza a despejar de ese horrible dolor que me cargo.

Voy al refrigerador y saco el tupper de las arepas que preparé hace unos días. Las meto en el microondas y pongo tres minutos para que se calienten. Si Matteo quiere algo más que se lo prepare él porque no tengo fuerzas para hacer absolutamente nada.

Aunque pensándolo fríamente, mejor no debería dejarle ni siquiera una espátula en su mano porque es muy probable que se le caiga en un pie.

«Matteo» y «cocina» son dos términos que no pegan ni con cola, por eso me sorprendió aquella vez que me hizo los waffles.

Unos veinte minutos después, cuando ya estoy acabando mi plato de arepas y mi jugo de frutas, escucho la puerta de la habitación de mi novio abrirse y una tos inunda automáticamente la estancia de la cocina seguida de unos pasos acercándose.

—Buenos días. —sigue tosiendo, esta vez se oye un poco más fuerte a medida que se acerca.

—Buenos días, Teo. —me inclino hacia él cuando se sienta en la silla contigua a la mía y le doy un beso en la mejilla—. ¿Tienes hambre? ¿Quieres arepas u otra cosa?

—Un jugo está... —su voz se interrumpe por otra tos, e inmediatamente se cubre la boca con las manos—. bien.

—Mmm... ¿estás bien? —pregunto, juntando mis cejas a la vez que meto un trozo de arepa en mi boca.

—Sí, es solo... —vuelve a estornudar, y luego se soba la nariz, la cual tiene roja—. que de seguro mi suegra está hablando mal de mí.

Río.

—Pues tendrás otra suegra, porque mi madre te ama más que a mí, que soy su hija. —musito con diversión—. Lo primero que pregunta cuando la llamo es por tí.

—Entonces tu padre. Ese hombre me odia, lo presentí desde que me conoció y me cortó la circulación con ese apretón de manos.

—No exageres, solo es sobreprotector. —digo, simplemente.

—Eres "su niña", claro que tiene... —vuelve a toser—. que serlo.

—Ya, ahora en serio, ¿por qué estás así?

—Debe ser porque ayer cuando regresamos de la fiesta... —tose—. el señor Vladimir nos vió en el vestíbulo y me pidió ayuda con unas cajas del ático.

Un Error que volvería a cometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora