Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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Abrió sus ojos lentamente, sintiendo como alguien la abrazaba. Sonrió al ver a Ryujin. Se veía tan linda e inocente...
Poco a poco su sonrisa se fue apagando cuando recordó lo que pasaría el día de hoy.
Checó la hora en su celular, y lo volvió a dejar en la mesita de noche. Eran las siete y media de la mañana, y había quedado con Yeonjun a las tres.
Suspiró, mirando el techo del dormitorio mientras sentía el peso de la realidad sobre sus hombros. El suave sonido de la respiración de Ryujin le recordó que aún tenía algo bueno y real, pero la culpa seguía ahí, presionando su pecho, recordándole que estaba a punto de hacer algo que no debía.
Desvió la mirada hacia Ryujin, quien seguía dormida, con los brazos suavemente rodeándola. Quería quedarse ahí, inmóvil, olvidarse del mundo exterior y estar con ella, pero sabía que no podía.
Se levantó con cuidado, asegurándose de no despertarla, se dio un baño rápido, y cuando ya se había vestido, caminó hacia la cocina del pequeño dormitorio para prepararse un café.
¿Por qué no pudo simplemente quedarse callada y soportar las tonterías de Yeonjun? Sabía que su objetivo era ese, que accediera a la propuesta de su salida, pero tal vez ignorarlo podría haber funcionado, tal vez se cansaría de molestarla eventualmente y listo.
Que idiota había sido, ahora tenía que ir y encontrarse con él. También le había mentido a Ryujin diciéndole que saldría con Lia a un café, que tontería.
—¿Ya estás despierta? —la voz ronca de Ryujin la sacó de sus pensamientos. Giró para verla apoyada contra el marco de la puerta, aún medio somnolienta y despeinada, pero con una sonrisa que la hacía sentir pequeña y segura.
—Sí, quería preparar café. ¿Te sirvo?
—Oh, ¿vas a preparar café cuando irás a uno en la tarde con Lia? —preguntó dudosa y Hwang se tensó.
—E-Es q-que... —pero la risa de Ryujin interrumpió sus temblorosas palabras.
—Es una broma, amor. Si quieres tomar café ahora, en la mañana, y luego más tarde, está bien. No te estoy cuestionando, solo lo digo porque es curioso y quise bromear al respecto. ¿Te pusiste nerviosa, bebé?
Por suerte sus palabras aliviaron algo de tensión en la mayor, quien suspiró de alivio, tratando de sonreír.
—Para nada, Ryuddaeng. Solo actuaba.
—Mm —asintió mientras caminaba hacia ella y, antes de que pudiera reaccionar, la envolvió con sus brazos por detrás—. Yeddeong, ¿estás bien? —preguntó suavemente, apoyando su barbilla en su hombro.
—Claro, ¿por qué no habría de estarlo? —respondió con un tono más alegre del que sentía.