Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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Quince años
—No soy lesbiana —Ryujin se miraba en el espejo, repitiéndose eso una y otra vez.
Intentaba convencerse de que no había nada diferente en ella, que sus dudas estaban sin fundamentos y simplemente estaba pasando por una fase confusa.
A pesar de sus esfuerzos, la incomodidad y la incertidumbre no desaparecían.
—No, no lo soy.
Era bastante fácil para Ryujin atraer a los chicos. Su atractivo natural y su personalidad carismática hacían que muchos se sintieran atraídos por ella. Sin embargo, no podía evitar sentir una profunda aversión cuando un chico intentaba tomarle la mano de forma romántica o coquetearle.
—Es una fase, sólo... no te gusta ningún chico en estos momentos.
Sus pensamientos la llevaron a recordar su primer beso, un par de meses atrás.
No era por sonar grosera ni nada, pero no le había gustado...
Ese día había aceptado salir con Jay Jongsung Park, un chico popular que tenía raíces coreanas, pero se había criado en los Estados Unidos, un chico amable y muy guapo, sin embargo, Ryujin no sentía nada especial por él, ni en lo más mínimo.
Jay llevaba semanas tirándole onda y como Ryujin no se quejaba ni decía algo negativo acerca de eso, siguió haciéndolo, pensando que tal vez sentía lo mismo, hasta que la invitó a salir después de clases, y Shin —no muy entusiasmada— aceptó.
Fueron a una cafetería cercana y pasaron la tarde hablando de temas triviales. Jay era agradable, y Ryujin se esforzó por parecer interesada.
El chico le contó algunas experiencias graciosas que le pasaron porque creían que él sabía hablar coreano cuando sólo sabía hablar inglés, también le contó sobre sus gustos musicales y su pasión por el fútbol, mientras Shin solo asentía, sonreía y de vez en cuando hacía preguntas para mantener la conversación, aunque internamente se sentía desconectada.
Al final de la cita, mientras caminaban de regreso, Park se detuvo y la miró con una sonrisa nerviosa.
—Ryujin, me divertí mucho hoy. ¿Te gustaría salir de nuevo conmigo?
Shin forzó una sonrisa y asintió, no quería decepcionarlo ni nada por el estilo.
—Sí, claro, me gustaría.
Luego de eso tuvieron una segunda cita en un lugar para jugar boliche.
Jay estaba emocionado, enseñándole a Ryujin cómo lanzar la bola correctamente y animándola cada vez que conseguía derribar unos cuantos pinos. Ryujin intentaba disfrutar del momento, riendo y jugando junto a él, pero no podía evitar sentirse un poco incómoda. Quizás por la cercanía del chico, quizás por las veces que él intentaba agarrar sus manos para que posicionara bien los dedos en la bola de boliche.