Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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El ambiente en la pequeña tienda parecía haberse detenido por un instante. Yeji sintió como si el suelo bajo sus pies desapareciera al escuchar su nombre salir de los labios de Yeonjun.
La gerente, sin notar la tensión evidente entre los dos, continuó hablando con normalidad.
—Bueno, parece que ya ambos se conocen, eso hará todo más sencillo, ¿verdad? Estoy segura de que trabajarán bien juntos.
Yeji no respondió. Su mirada estaba fija en el rostro de Yeonjun, quien, por su parte, no dejaba de sonreír.
—Por supuesto —respondió el chico con una calma que la exasperaba. Miró a Yeji de reojo y añadió, como si fuera una broma—: Estoy seguro de que nos llevaremos muy bien.
La gerente asintió, aparentemente satisfecha.
—Perfecto, entonces. Yeji, él te mostrará cómo funciona todo aquí. Si necesitas algo, no dudes en preguntarle.
Yeji apretó los labios, evitando la mirada de Yeonjun mientras la gerente se alejaba.
Había retenido todo el aire posible y ahora lo estaba soltando.
—¿Esto es en serio? —murmuró para sí misma, negando ligeramente con la cabeza.
Yeonjun la escuchó.
—Parece que el destino no puede apartarnos del todo, ¿no? —dijo, apoyándose despreocupadamente en el mostrador—. Al igual de espontáneo que nos conocimos en la secundaria, aquí estamos, reencontrándonos.
—No. Esto no puede estar pasando —frunció su ceño, molesta.
—Yeji, escucha... —dio un paso hacia ella.
—No, no quiero escucharte —lo interrumpió rápidamente, retrocediendo un poco. Su voz era firme, pero sus manos temblaban levemente mientras trataba de mantener la compostura—. Estoy aquí para trabajar, nada más.
Yeonjun alzó las manos, en un gesto que pretendía ser pacífico.
—Sé que no quieres verme, pero... ¿no crees que esto es una oportunidad para hablar?
—¿Hablar? —repitió ella, y su tono se volvió ácido—. ¿Después de lo que hiciste? No hay nada que hablar, Yeonjun.
El rostro del chico se ensombreció momentáneamente, pero su sonrisa regresó con rapidez, como si se negase a aceptar la distancia que Yeji intentaba imponer.
—Fue un error, Yeji. Ya te lo dije antes, estaba borracho. Y me arrepiento muchísimo.
—No importa cuántas veces lo repitas, no cambiará nada —cruzó sus brazos—. Lo nuestro terminó hace mucho, y no quiero que intentes arreglar algo que no tiene solución.
Yeonjun suspiró, pasando una mano por su cabello que hace poco se había decolorado.
—Mira, sé que no fue suficiente lo que te dije, pero en serio quiero arreglar las cosas contigo. Aunque sea como amigos.
