Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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Ryujin estaba emocionada. Había estado esperando el día en que finalmente pudiera inscribirse al nuevo equipo de baloncesto de la universidad, algo que siempre había sido una parte importante de su vida. Ahora que la oportunidad estaba allí, se dirigía hacia la parte donde estaban exhibiendo todos los clubes de la universidad, en los cuales podías unirte. No estaba sola, iba acompañada por Chaeryeong.
—Estás demasiado entusiasmada —comentó su amiga mientras caminaban por el campus principal de la universidad.
—¡No puedo evitarlo! Es baloncesto, Chaer. Lo he extrañado tanto —Ryujin sonreía ampliamente, en sus ojos se podía notar el brillo por lo emocionada que estaba.
La chica soltó una pequeña risa.
—Nunca he entendido cómo alguien puede emocionarse tanto por correr tras una pelota, pero... bueno, supongo que cada quien con sus gustos.
Ryujin rodó los ojos, divertida.
—Tú también tienes tus cosas raras, como pasar horas analizando música clásica hasta que te explota la cabeza.
—Touche —admitió Lee, con una sonrisa cómplice.
Al llegar a la parte donde eran las inscripciones del club de baloncesto, Ryujin llenó rápidamente el formulario de inscripción que le dieron mientras Chaeryeong la esperaba sentada en uno de los bancos cerca del lugar. Había más personas en la fila, lo que le dio a Ryujin un tiempo para observar a quienes podrían ser sus futuros compañeros de equipo. La idea de volver a formar parte de un equipo la emocionaba, era una oportunidad para liberar tensiones, conocer nuevas personas, y sobre todo, perderse en el deporte que tanto amaba.
Una vez que terminó, caminó hacia Chaeryeong, mostrando su hoja de inscripción con orgullo.
—¡Estoy dentro! —exclamó Ryujin, levantando el papel como si fuera un trofeo.
Chaeryeong aplaudió de manera exagerada.
—Increíble, increíble. Ahora tendrás otra razón para no atenderme cuando te envíe mensajes.
—No exageres, siempre te contesto. Bueno, casi siempre —bromeó Ryujin, guiñándole un ojo.
—Casi siempre, claro —dijo en un tono dramático, pero ambas sabían que era una broma. Habían pasado tanto tiempo juntas en las últimas semanas que habían desarrollado una complicidad inesperada—. Ahora que estás en el equipo oficialmente, ¿te imaginas cómo estaré yo? Estaré ahí, gritando tu nombre desde las gradas y apoyándote. Ryujin, serás la estrella del equipo.
La nombrada rio.
—Sólo que si de verdad vas a hacer eso, asegúrate de no avergonzarme frente al público —acusó señalándola.
—No prometo nada —sonrió y Shin también lo hizo.
Más tarde, cuando ambas se dirigían a la cafetería principal de la universidad para tomar algo, se toparon con Yuna. Ella caminaba por los pasillos de los dormitorios cuando las vio y, rápidamente, se les unió.
