Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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Ryujin estaba desayunando, cuando el timbre de su casa sonó.
—Hija, ve a abrir y ver qué quieren.
Shin se levantó a duras penas suspirando, ¿quién sería tan temprano?
—Hola, ¿qué es lo que...? ¿Yeji?
Hwang la saludó y Ryujin se quedó en blanco. ¡Demonios! Había olvidado que Yeji le había avisado que vendría a visitarla justo hoy, aunque no espero que viniera tan temprano, ni siquiera dijo la hora a la que llegaría.
—¡Ryujin! —la abrazó, aunque Shin aún se había quedado cargando, procesando todo—. ¿Cómo estás? Te extrañé —hizo un puchero, mismo que hizo a la chica contraria derretirse por su ternura.
—Yo... Eh...
—¿Me vas a dejar pasar? —preguntó bromeando.
—Ah... Yo... Sí, sí... Claro, pasa... —se hizo a un lado, fue entonces que la madre de Ryujin la vio y la saludo tan gratamente como si se tratara de su propia hija y no la hubiese visto en meses.
—¡Yeji! ¿Qué haces aquí? —preguntó su madre cuando Ryujin cerró la puerta principal de su casa.
—¿No le dijo Ryujin? Venía a pasar el rato. Ya sabe, ahora con la universidad es difícil que nos veamos, incluso estando ambas en el mismo campus donde están los dormitorios de los alumnos. La verdad es que ambas estamos bastante lejos de la otra —dijo y su madre comprendió.
Ryujin no sabía que decir, en realidad, aunque Hwang le había avisado con anterioridad, era una sorpresa tenerla ahí. Era raro pensar que solo chateaban de vez en cuando por mensaje y ni siquiera se veían por el tiempo de sus clases y estudios, que cuando la tenía realmente en frente no sabía que decir.
—Ryu —llamó la chica, rompiendo el repentino silencio. La mencionada la volteó a ver—. ¿Qué tal todo? Ya sé que esto puede parecerte raro, pero en realidad no me gustaría que la universidad nos separara.
Shin asintió, pues era cierto.
—Sí... Estoy totalmente de acuerdo.
—¿Entonces? ¿Qué has estado haciendo? ¿Cómo te va?
Ryujin sonrió levemente.
—Me reencontré con una vieja compañera de primaria... Una vieja amiga de cuarto grado para ser exacta. ¿Recuerdas cuarto grado? Fue cuando nos cambiaron de aula, y no nos tocó juntas.
—Ah... Sí, recuerdo cuarto grado, fue el peor para mí justo por eso.
