Capítulo 5

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El sol me despierta, entra muy fuerte por la ventana grande a lado de la cama. Veo la hora en un reloj sobre la mesa de noche, son las 7:30. Parece no hacer tanto frio allá afuera, estaría bien salir a caminar, en mi segundo día conocer un poco las calles. Me paro, y busco en mis maletas un pantalón de yoga para salir, me pongo una playera color salmón, y encima un suéter azul pastel. Agarro mis tenis y los dejo enfrente de la cama. Me voy al baño y me peino con una colita de caballo. Me lavo la cara, y los dientes. Me siento en la cama y me pongo los tenis.

Salgo de la casa y no sé a qué dirección ir, me decido por la derecha. No hace tanto frio como me imagine, tenía razón Parker, en las mañanas no hace frio. Las calles son bonitas, hay muchos edificios y está todo limpio, me cruzo con personas y me sonríen. Muchos carros pasan que van en dirección a su trabajo. La vida mañanera en Berlín es muy activa. Disfruto mucho del clima y continúo caminando.

Llevo veinte minutos caminando y me empieza a dar hambre. En una esquina veo una cafetería, alcanzo a leer que se llama "Bays". Camino hasta llegar a ella. El olor a café y dulce hace que me ruja más el estómago. Me siento en una de las sillas de afuera, con mesas de madera. En seguida viene la mesera y me deja la carta de desayunos. Antes de abrirla le pido un café americano. Abro la carta y veo que tienen croissants, sin pensarlo, llamo a la señorita y le pido uno.

Mientras lo espero, me acuerdo que no les he marcado a mis papas. Saco mi celular de la bolsa del suéter y les marco. Contesta mi mama y se escucha tranquila, le cuento como estuvo el vuelo, la cena, y que ahorita estoy en una cafetería esperando mi croissant y mi café. En eso llega mi café y le doy las gracias. Continúo hablando con mi mama sobre Berlín, y le da mucho gusto saber que estoy feliz. Llega mi croissant y me despido de ella, le prometo hablarle mañana.

Aún así, no me arrepientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora