Capítulo 39

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Vine a una cafetería que encontré en el camino cuando por fin salí del cuarto. Necesitaba aclarar mis ideas y caminar. Hacía demasiado frío antes de que entrara a esta cómoda cafetería. Ordené un café y me encuentro sentada en este sillón del lugar confundida de mis sentimientos. Necesito una amiga en este momento, pero no tengo amigas, solo Caleb. Pero no quiero hablarle a él sobre mis sentimientos de su hermano. Estoy sola.

Llega mi café y lo sostengo con mis manos envolviendo la taza para calentar mis manos frías. Hace mucho que no hablo con mi mamá, le voy a hablar, la extraño.

Marco su número y espero que me conteste.

—¿Si? —contesta.

—Hola, mamá—le digo con un tono triste que trato de ocultar, pero no lo logro.

—Anne, ¿qué pasa? —se escucha su preocupación rápidamente.

—Estoy en problemas, bueno no, problemas no. Solo... hice algo que nunca debí haber hecho, me arrepiento, y las consecuencias están destrozando mi corazón. Mamá... estoy destrozada. Lo siento mucho, este viaje resultó ser diferente de lo que planeamos, no pensé antes de aceptarlo... a él—suspiro y contengo las lágrimas.

—¿Qué pasa? No entiendo, ¿Quién es él?

Me quedo callada, no quiero decirle pero sé que debo.

—Derek—le contesto seco.

No me contesta. Despego el teléfono de mi oído para comprobar que no me ha colgado.

—¿Mamá? Dime algo—suplico.

—¿Estas embarazada? —me pregunta, pero parece una afirmación.

—¡No! Mamá, no. Claro que no.

—Explícame entonces.

—Está bien— suspiro— poco tiempo después de que llegue, empecé a sentir algo por Derek, al igual que él, o eso creí. Todo fue muy rápido, demasiado y creo que ese fue el problema, ese fue. Anoche en una fiesta se besó con su ex novia enfrente de mí. Comprobé que no le importo, talvez me hubiera dado cuenta antes, pero todo iba tan rápido que no tuve tiempo de detenerme y pensar bien—respiro y me doy cuenta de toda la verdad que acabo de decir en un minuto— No sé porque me duele tanto, siento que me estoy mintiendo a mí misma al decir que no lo quiero, parece imposible querer a alguien tanto en tan poco tiempo.

—¿Por qué me lo ocultaste? —pregunta con una voz indescifrable.

—No lo sé, lo siento. Y perdóname por desperdiciar este viaje, no quiero seguir aquí, y no puedo con este sentimiento.

Le doy un sorbo a mi café.

—Hablaré con la familia Larsen, para que te regreses mañana—me dice. La decepción en su voz me rompe los pedazos ya rotos de mi corazón.

—Gracias—le digo, y cuelga el teléfono.

Aún así, no me arrepientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora