Capítulo 5: Maldiciones imperdonables.

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La materias del día siguiente fueron igual de aburridas que las del día anterior por lo que el día transcurrió más rápido de lo que creyó. Al fin era jueves, lo que significaba para Alessia, su clase de defensa en contra las artes oscuras, una clase digna de ver, según Theo, su nuevo amigo.... aunque casi se la perdían, por estar distraídos en el comedor...

- Llegan tarde, joven Nott y señorita Snape- le reclamó Moody al ellos entrar por lo que asintió apenas a punto de reír-. Los dejaré pasar por ser su primera clase conmigo...-dijo seriamente antes de seguir con su clase-. Estaba preguntando antes de que llegaran, en si alguien sabía cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica -soltó llamando definitivamente la atención de Alessia, la cual al igual que varios de sus compañeros levantó la mano. Pero este señaló a Ron Weasley.

-Eh... -dijo Ron, titubeando-. Mi padre me ha hablado de una. Se llama maldición imperius, o algo parecido.

-Así es -aprobó Moody-. Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al Ministerio muchos problemas.

Moody se levantó con cierta dificultad sobre sus disparejos pies, abrió el cajón de la mesa y sacó de él un tarro de cristal. Dentro correteaban tres arañas grandes y negras. Metió la mano en el tarro, cogió una de las arañas y se la puso sobre la palma para que todos la pudieran ver. Luego apuntó hacia ella la varita mágica y murmuró entre dientes:

- ¡Imperio!

La araña se descolgó de la mano de Moody por un fino y sedoso hilo, y empezó a balancearse de atrás adelante como si estuviera en un trapecio; luego estiró las patas hasta ponerlas rectas y rígidas, y, de un salto, se soltó del hilo y cayó sobre la mesa, donde empezó a girar en círculos. Moody volvió a apuntarle con la varita, y la araña se levantó sobre dos de las patas traseras y se puso a bailar lo que sin lugar a duda era claqué.

Todos se reían. Todos menos Moody.

-Os parece divertido, ¿verdad? -gruñó-. ¿Os gustaría que os lo hicieran a vosotros?

La risa dio fin, aunque Alessia aun sonreía, definitivamente era algo que le llamaba la atención. No podía negar la sangre que corría por sus venas.

-Esto supone el control total -dijo Moody en voz baja, mientras la araña se hacía una bola y empezaba a rodar-. Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, colarse por la garganta de cualquiera de vosotros...

Luego de esto explicó lo peligroso de esta maldición, y que la mejor defensa era no caer en ella, por lo que prosiguió a preguntar por la otra. Para la sorpresa de todos, Neville fue quien contestó, el cual fue reconocido por Moody, al sus padres ser torturados por la maldición cruciatus.

Para poder demostrársela a sus estudiantes, el profesor sacó una de las arañas la volvió más grande y pronunció crucio haciendo que esta se retorciera de dolor. Hasta que Hermione le pidió que parara...

- ¿Alguien conoce alguna otra? -preguntó haciendo que todos sus estudiante se miraran entre preguntándose qué le pasaría a la otra araña, pero fue Alex quien levantó la mano con valor-. ¿Si?

- Avada Kedavra -pronunció sin saber porque estas palabras se le hacían tan familiar e incluso casi sonrió al decirlas, pero se contuvo. Aunque eso no impidió que Moody la viera con su ojo mágico, aquella chica oculta algo, se dijo a sí mismo.

- ¡Ah! -Exclamó Moody, y la boca torcida se contorsionó en otra ligera sonrisa-. Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.

Metió la mano en el tarro de cristal, y, como si supiera lo que le esperaba, la tercera araña echó a correr despavorida por el fondo del tarro, tratando de escapar a los dedos de Moody, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa. La araña correteó por la superficie. Levantó la varita, y, previendo lo que iba a ocurrir.

Mi igual (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora