Capítulo 9: La primera prueba.

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— ¡Dumbledore! —exclamó Rita Skeeter, aparentemente encantada—. ¿Cómo estás? —saludó ella, levantándose y tendiéndole a Dumbledore una mano grande y varonil—. Supongo que verías mi artículo del verano sobre el Congreso de la Confederación Internacional de Magos, ¿no?

—Francamente repugnante —contestó Dumbledore, echando chispas por los ojos—. Disfruté en especial la descripción que hiciste de mí como un imbécil obsoleto.

Rita Skeeter no pareció avergonzarse lo más mínimo.

—Sólo me refería a que algunas de tus ideas son un poco anticuadas, Dumbledore, y que muchos magos de la calle...

—Me encantaría oír los razonamientos que justifican tus modales, Rita —la interrumpió Dumbledore, con una cortés inclinación y una sonrisa—, pero me temo que tendremos que dejarlo para más tarde. Está a punto de empezar la comprobación de las varitas, y no puede tener lugar si uno de los campeones está escondido en un armario de la limpieza.

Sin decir nada, Alex salió del armario detrás de Dumbledore, para luego entrar al aula. Por supuesto no sin antes él darle una mirada de advertencia, ya que conocía a Rita Skeeter, y sabía que podía manipular lo que dijera su sobrina.

Al entrar notó que los otros tres ya estaban sentados, por lo que se apresuró a sentarse en la silla restante al lado de Harry, y observó la mesa cubierta de terciopelo, donde ya se encontraban reunidos cuatro de los cinco miembros del tribunal: el profesor Karkarov, Madame Maxime, el señor Crouch y Ludo Bagman. Rita Skeeter tomó asiento en un rincón.

—Permitidme que os presente al señor Ollivander —dijo Dumbledore, ocupando su sitio en la mesa del tribunal y dirigiéndose a los campeones—. Se encargará de comprobar vuestras varitas para asegurarse de que se hallan en buenas condiciones antes del Torneo.

Alessia le dio una mirada a donde apuntaba, encontrándose con aquel señor que visitó hace siete años, el cual era uno de las dos personas que conocía el secreto de su varita...

Uno a uno fueron dándole la varita a Ollivander. La primera fue Delacour, detallándola poco a poco, para luego hacer lo mismo con la de Krum, y la de Harry, para luego tomar la suya, la cual no detalló mucho a pedido de Dumbledore, el otro que sabía que aquella varita había sido hecho casi igual que la del señor tenebroso, era más replica que incluso la de Harry, pero esto solo lo sabían ambos. Ya que fue un favor personal del Barbón.

—Gracias a todos —dijo Dumbledore, levantándose—. Ya podéis regresar a clase. O tal vez sería más práctico ir directamente a cenar, porque falta poco para que terminen...

— ¡Las fotos, Dumbledore, las fotos! —Gritó Bagman—. Todos los campeones y los miembros del tribunal. ¿Qué te parece, Rita? —soltó haciendo que Alessia casi maldijera, esperaba que eso hubiera sido todo, pero solo fue el principio...

Tardaron lo que pareció una eternidad tomando fotos, en todas las posiciones y unos cuantos problemas gracias a que Madame Maxime le quitaba la luz a todo el mundo, y el fotógrafo no podía retroceder lo suficiente para que ella cupiera. Por último se tuvo que sentar mientras los demás se quedaban de pie a su alrededor. Karkarov se empeñaba en enroscar la perilla con el dedo para que quedara más curvada. Luego Rita insistió en que se tomaran fotos individuales de los campeones, tras lo cual por fin pudieron irse.

Sin siquiera perder tiempo, Alessia al igual que Potter, salieron de aquella aula antes de Skeeter los volvieran a interrogar.... Aunque ninguno le dijo nada a otro hasta llegar al comedor, en el cual separaron cada uno hacía su casa. Al Alessia llegar a la mesa Slytherin, buscó rápidamente a Theo el cual encontró extrañamente discutiendo con Malfoy.

Mi igual (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora