Capítulo 47: Su mano derecha.

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No volvió a salir de su habitación en todo el día, ya que no gastaría su tiempo en cosas absurdas. Prefería usarlo en leer los hechizos que aún no dominaba, sin que nadie la moleste, aunque se le hacía difícil sin tener con quien probar los más fuertes.... Por lo que terminó aburrida haciendo levitar una esfera de luz por toda su habitación, la cual estaba a oscura, producto de un hechizo de su invención.

De repente la puerta se abrió, pero aun así ella no le prestó atención mientras movía su varita haciendo que la esfera siguiera la dirección que quisiera.

— Dime que de verdad no mataste a varios muggles— soltó quien había entrado, al cerrar la puerta.

— Fueron veintisiete, si quieres ser más preciso— dijo ella sin prestarle aun atención.

— No eres así Alex, nunca antes habías asesinado...

— Lo sé— dijo dejando su juego con su varita y sentarse a mirarlo—. Aunque no eres justo quien debería regañarme, tú hasta llevas la marca tenebrosa...—agregó con rabia.

— No hablamos de mí, Alex, a mí me inculcaron esto desde pequeño, era lo que más quería, sin embargo tú...—dijo caminando hacia ella.

— ¿Yo que?, he tenido esto toda mi vida Draco, mi sangre es su sangre, no deberías sorprenderte— soltó ella sin arrepentimiento en sus palabras—. Y si no lo entiendes, o no quieres entenderlo, ahí está la puerta— agregó fríamente.

— No me iré Alex— le dijo sentándose en su cama...

— ¿Aun sabiendo que la chica dulce que me convertí al enamorarme de ti ya no existe? — le preguntó como si nada.

— Ya era hora que lo admitieras— soltó él sonriéndole acercándose más a ella, ignorando su pregunta—. Ya me estaba preguntando cuando lo dirías...

— ¿Qué? —preguntó ella un poco incomoda al tenerlo tan cerca y más con lo que sucedió en la mañana.

— Que estás enamorada de mí— respondió él sonriéndole con suma arrogancia—. Mientras lo estés, no me importa si eres la chica dulce en que te convertiste, o la misma en la que mi fijé...—añadió antes de besarla...

— ¿Aunque asesine sin piedad?— preguntó entre besos.

— Tampoco soy un santo Alex, no soy quien para juzgarte— respondió antes de empujarla con suavidad para que se acostara en la cama, sin dejar de besarla.

— Draco...—soltó ella apartándolo de golpe—. No puedes seguir esto...—dijo algo sonrojada por la vergüenza, sabiendo que él entendía a qué se refería.

— No le tienes miedo al señor tenebroso, pero si a esto— dijo sonriéndole antes de acariciar su rostro.

—Sigo teniendo dieciséis años idiota— dijo sonando algo molesta, olvidando todo lo que había pasado el día completo, en ese momento solo era de ellos dos, sin dar cabida a nada más—. Además no deberías estar aquí, si tu tía Bellatrix se entera...—soltó preocupada ya que solo estaba poniendo en peligro la vida del rubio.

—No está en casa— dijo él sonriéndole antes de besarla y ella dejarse llevar—. Solo están mis padres...—agregó y antes de que ella replicara él se le adelantó—. No me acusaran Alex, así que no te preocupes...—terminó de decir antes de continuar besándola.

El beso volvió a volverse más intenso, solo que esta vez en vez de él intentar algo, cortó el beso, para luego quedarse recostado encima de ella...

— Voy a volver a Hogwarts— soltó el rubio de repente, mientras ella comenzaba a acariciar su suave cabello.

— ¿Para qué? —preguntó ella sin el menor interés—. No creo que el señor tenebroso aprecie la educación para sus reclutamientos...—bromeó como si nada.

Mi igual (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora