Últimamente los días tenían un ritmo nuevo. Más lento, más mío.
Descubrí que me gustaba levantarme temprano, no por obligación, sino porque la luz que entraba por la ventana del comedor se veía preciosa en la mesa. Yuta dejaba notitas escritas a toda prisa antes de irse a misión: “No olvides desayunar”, “Te dejé jugo, aunque me lo quería tomar yo”, “Hoy soñé contigo, otra vez”. Cosas así. Cosas suyas.
A veces me hacían reír. A veces me dejaban abrazando la taza del té con una sonrisita tonta.
Sin darme cuenta, empecé a ocuparme de cosas que antes ni pensaba. Cocinar se volvió una especie de ritual. Me gustaba amasar, mezclar, ver cómo la masa subía, cómo la casa empezaba a oler a hogar.
Y cada vez que sacaba algo del horno, me imaginaba a Yuta ahí, robando un bocado antes de que se enfriara. Siempre metiéndose en la cocina, diciendo que era "solo para probar". Lo veía en mi cabeza y sonreía sola.
Fue en uno de esos momentos, mientras regaba las plantas del jardín —que ya eran más mías que del mundo—, que escuché voces en la entrada. Voces conocidas.
—¡Suyen! ¡Tenemos algo para ti!
Me giré justo a tiempo para ver a Itadori trotando hacia mí con una caja. Megumi venía detrás, con las manos en los bolsillos y esa media sonrisa que parecía reservada solo para momentos especiales. Nobara y Maki venían detrás, intercambiando miradas cómplices.
—No, no te asustes, no explotará —dijo Nobara, mientras Itadori colocaba la caja con cuidado en el suelo.
—Aunque hace sonidos raros —añadió Maki, justo cuando un pequeño maullido llenó el aire.
Parpadeé.
—¿Qué es esto…?
—Una excusa para venir a verte —dijo Megumi, encogiéndose de hombros—. Y también… un regalo.
Maki levantó la tapa. Y entonces lo vi.
Un gatito. Pequeñito, con manchas naranjas y blancas, orejitas redondeadas y unos ojos grandes y curiosos que me miraban como si ya supiera que iba a quedarse.
Me incliné, sintiendo un nudo cálido en el pecho. Alargué los brazos y el gatito se dejó abrazar con toda la confianza del mundo. Ronroneaba como si ya me conociera. Como si yo también fuera su nuevo hogar.
—Dijo Megumi que lo llamáramos “Moca” —se burló Nobara, dándole un codazo.
—Por el café —agregó Megumi, sin ofenderse.
—Es… perfecto —susurré, mientras el minino me olisqueaba la mejilla.
Me senté en el borde del escalón con él en brazos, y todos se acomodaron alrededor, hablando al mismo tiempo, riendo, llenando la casa de esa calidez que tanto había echado de menos.
Y entre las risas, el ronroneo de Moca y las notitas de Yuta aún pegadas en la nevera… sentí algo muy bonito.
No estaba sola.
Nunca lo estuve del todo.
Y ahora tenía una criatura nueva a la que cuidar, una pequeña vida que me haría compañía mientras seguía buscando lo que quería hacer. Tal vez la cafetería. Tal vez algo más.
Se sentía como un nuevo comienzo.
.
.
Entramos a la casa como si no hubiese pasado nada. Como si los días de distancia, los silencios largos y las miradas esquivas no hubieran dolido.
Moca se quedó acurrucado en mi cuello, mientras Megumi cerraba la puerta con esa calma suya y los demás caminaban sin pedir permiso, como siempre lo habían hecho.
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꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu
Фанфикшн"¿Posesivo? Solo estoy cuidando de ti para que sigas a mi lado"
