-¿Vienen a ver cómo ha quedado la casa, no es cierto?- preguntó la mujer con voz pausada, desviando mi atención del firme agarre que mantenía en el brazo de Yuta. No entendía qué hacía yo allí.
-Los planes eran amueblarla- respondió él con serenidad-, pero su esposo me comentó que prefería discutirlo con usted, para asegurarse de que estuviera de acuerdo o, tal vez, quisieran elegir los muebles a su gusto.
¿Su esposo? ¿Mi esposo? Oh, qué adorable equivocación... si no fuera porque aún no hay anillo en mi dedo. ¿En qué momento este hombre perfecto se ha autoproclamado mi esposo?
Confundida, lo miré. Yuuta ya me observaba con una sonrisa que desarmaría al alma más fría. Su mano alcanzó mi mejilla, y con un leve pellizco me devolvió a la realidad.
-Veamos cómo ha quedado, ¿sí? Si algo no te gusta, lo arreglamos.
Asentí en silencio, siguiéndolo mientras la mujer nos guiaba. Algo me decía que la privacidad que tanto deseaba para explorar este espacio no llegaría pronto.
El primer impacto fue el jardín frontal: una extensión de césped apenas germinado, con pequeñas flores que prometían un futuro brillante y un imponente cerezo que dominaba la escena. Por un momento, imaginé la primavera llenando de pétalos el aire.
Entramos a través de una pesada puerta metálica teñida de un rojo profundo, que abría paso a un pequeño cuarto de recibimiento. El espacio parecía diseñado para dejar el peso del mundo: bolsos, zapatos y llaves. Más allá, la casa se desplegaba. A la derecha, grandes ventanas cristalinas iluminaban la sala; a la izquierda, un comedor que desembocaba en lo que, evidentemente, sería la cocina.
-El primer piso aún no está completo, pero después de la cocina hay una puerta que conduce al jardín trasero- susurró Yuuta en mi oído, su voz impregnada de ternura.
Apenas le respondí con un asentimiento, sin querer perderme en las descripciones. Continuamos nuestro recorrido hasta llegar a las escaleras, precedidas por dos puertas más. Una era perfecta para un clóset; la otra, un baño de invitados.
-¿Qué te parece hasta ahora, bonita?- preguntó antes de besarme suavemente y empezar a subir.
Lo seguí, pero no pude contenerme.
-¿Desde cuándo somos esposos?- lo reté, frunciendo el ceño. No pude sostener el gesto mucho tiempo; Yuuta rió con tal naturalidad que me hizo olvidar mi indignación.
-¿Qué querías que dijera?- respondió con picardía.- ¿Que me mudo solo a una casa tan grande? Sería deprimente. Además, nos casaremos, ¿no?
-Pero aún no lo has pedido- insistí.
-Lo haré, tranquila- aseguró con una sonrisa antes de continuar.- Ahora, miremos las habitaciones de arriba. Según lo planeado, son cinco.
Cinco habitaciones. ¿Acaso este hombre espera que le dé cinco hijos?
Como si pudiera leer mi mente, Yuuta aclaró:
-Antes de que te asustes, una es el baño, otra es la nuestra -que tiene su propio baño-, dos son dormitorios, y la última será una oficina.
Su explicación me tranquilizó, al menos por el momento.
Mientras inspeccionábamos la habitación principal, me atreví a preguntar:
-¿Quieres tener hijos?
Yuuta se aseguró de que la mujer estuviera fuera de oído antes de responder. Una vez que estuvimos solos en lo que sería la oficina, su expresión se suavizó.
-Dos... por ahora. Pero si vienen más, mejor.
Lo miré, incrédula.
-¿Por ahora? ¿Crees que tener hijos es tan sencillo como planear una rutina?
-No digas eso- respondió con un tono teatral.- Nosotros no tenemos sexo, hacemos el amor.
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꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu
Fanfiction"¿Posesivo? Solo estoy cuidando de ti para que sigas a mi lado"
