—¡Salgamos por un boba! —la voz de Nobara, ausente durante las últimas dos semanas, irrumpió en mi refugio con la fuerza de un vendaval, acompañada del estruendo de la puerta al ser abierta con exagerada determinación.
El reloj sobre el dintel marcaba las ocho de la mañana, un recordatorio cruel de la hora intempestiva. Dejé escapar un suspiro resignado; el amanecer no era amable después de una noche agitada... una noche que, debo admitir, no cambiaría por nada.
Habían transcurrido ya dos semanas desde la llegada de Yuta, y hasta ahora, todo marchaba como un sueño. Su presencia iluminaba mis días, y nuestras noches juntos, aunque fugaces, eran un refugio de ternura y pasión. Cada madrugada, él partía antes del alba, convocado por sus deberes. Una rutina que, lejos de cansarme, me llenaba de expectación.
Volviendo a Nobara, su entusiasmo delataba que aún ignoraba la llegada de Yuta. Su ausencia en tierras extranjeras, prolongada por un gusto algo extravagante por gastar sus ganancias en aventuras inesperadas, había evitado que ambos coincidieran. Mientras ella partió antes del amanecer, Yuta llegó al caer la tarde. Un destino orquestado con precisión para evitar un cruce.
—Cierra la puerta, necesito vestirme —le pedí, deseando mitigar su intromisión.
El rostro de Nobara, radiante de emoción, se transformó al instante en una máscara de incredulidad.
—¿Desde cuándo duermes desnuda? ¿Es alguna técnica nueva para mejorar el sueño? —preguntó con un tono entre curioso y burlón, mientras accedía a mi petición.
Sin embargo, su mirada, al posarse en mi cuello, se congeló de repente, para luego deformarse en un gesto de horror que pronto dio paso a una risa nerviosa.
—¿Eso es... un chupetón? Vaya, pequeña descarada. Parece que no perdiste el tiempo mientras yo estaba fuera. ¿Superaste al idiota de Okkotsu? —dijo, aliviada, antes de dejarse caer en mi cama.
Ah, cómo explicar que esa marca era obra de Yuta, trazada con la delicadeza de la noche anterior, sin provocar su ira.
—De hecho, él regresó el mismo día que tú partiste. Tal vez... interactuamos un poco —confesé con un susurro cargado de culpa.
Su expresión cambió al instante. Con una velocidad que no esperaba, se abalanzó sobre mí, aferrándose a mis hombros mientras me sacudía con furia.
—¿Estás loca? ¿¡Cómo permitiste que te tocara después de desaparecer tanto tiempo!? ¡¿Dónde quedó tu dignidad?! —exclamó, con una indignación que luego mutó en escrutinio, mientras inspeccionaba cada marca en mi piel como si fueran evidencia incriminatoria.
Ah, si tan solo pudiera decirle que mi dignidad había desaparecido desde que Yuta entró en mi vida, y que no la extrañaba en lo absoluto.
Me liberé de su agarre, levantándome con calma para buscar ropa. Tras meditarlo, opté por refugiarme en el baño, dejando a Nobara atrás, todavía sumida en sus quejas. Sus palabras resonaban con una exageración teatral: "¡Has deshonrado a todas las mujeres del mundo!"
Mientras el agua caliente recorría mi piel, una frase pronunciada por Yuta la noche anterior volvió a mi mente, envolviendo mi pecho con una calidez que ni el agua podía igualar:
—"Quiero que vivamos juntos, bonita."
***_***
—Planeo comprar una casa en unos días. ¿Tienes alguna preferencia sobre cómo debería ser? —preguntó Yuta, con la voz impregnada de una tranquilidad que solo él sabía transmitir, mientras sus dedos, con ternura casi reverencial, apartaban un mechón de mi cabello tras mi oreja.
Levanté el rostro de su pecho, buscando su mirada. Allí estaba él, observándome con una curiosidad serena y una sonrisa que, en mi mundo, era la encarnación misma de la perfección.
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꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu
Fanfiction"¿Posesivo? Solo estoy cuidando de ti para que sigas a mi lado"
