El cargador perdido.

66 9 2
                                        

-Deja te ayudo, ya te he dicho que no te andes agachando mucho... o se te va a salir el bebé -la regañé en broma, porque, sinceramente, no puedo decirle nada en serio a esta mujer.

Recogí los pedazos de la taza que se le habían caído y fui por la escoba para asegurarme de que no quedara ni una astilla en el piso. Si se le ocurría andar descalza y se cortaba, seguro me iba a querer culpar a mí.

Y cuando me di la vuelta... ya no estaba.

Desapareció de la cocina como si nada.

Verla era un espectáculo. Gracioso, sí, pero también tierno.
Con cuatro meses de embarazo, su pancita ya se notaba, y para fortuna mía -porque soy un hombre visual y enamorado- no solo había crecido el vientre... su trasero y su pecho también. Pero, castigo divino, no me deja ni acariciarla como antes.

Que le da pena.
Que el bebé nos ve.
Y yo ahí, sin saber si reírme, llorar... o irme a meditar a la ducha. Solo me frustro.

-¡Linda! Se te va a hacer tarde para abrir la cafetería -le grité, porque ni idea de a dónde se había ido.

Escuché el arrastrar de sus pasitos, lentos y suaves. Estaba arriba.

-¡Ya, ya! Solo déjame me pongo rímel.

No tiene.

-Amor, ¿me compras uno? Ya no tengo.

Suspiré. Lleva dos días diciendo que lo va a comprar. Pero "no tiene tiempo", dice.
Y aunque quiere hacer todo, la verdad es que no puede hacer nada sola últimamente. Intento ayudar cuando regreso de las misiones o después de entrenar con los alumnos, pero no siempre estoy en casa...

-¡Linda! ¡Ya son las 8:00 am! - Aunque abríamos a las 8:30.

Y entonces escuché el golpe de sus tenis contra el suelo. Ya venía bajando. Corriendo.

Voy a morir de un infarto.
Posiblemente antes que ella dé a luz.

-¡Vámonos, vámonos, que ya voy tarde! -gritó mientras bajaba, agitada.

-¿Llevas todo? ¿Cartera? ¿Celular? ¿Cargador? ¿Curitas? ¿Toallas húmedas? ¿Ligas para el cabello?

La vi fruncir el ceño mientras revisaba su bolso por segunda vez.
Se mordió el labio inferior.

Le faltaba algo.

-Súbete al carro, linda. Ya está la puerta abierta. Yo voy por lo que falta.

-¿Qué haría sin ti?

-Posiblemente nada.

Me lanzó una mirada con ojos de "ay, ya cállate", pero terminó soltando una risita y rodando los ojos.

Y yo, enamorado, me reí también.

No fue tan difícil averiguar qué le hacía falta. Bastó llegar a la cama y ver el cargador tirado ahí, solito, como abandonado por el destino. Al parecer sí lo había preparado... solo que en el momento clave, lo olvidó fuera de la bolsa.

Si antes era despistada, ahora era el triple.

Y sí, me daba risa... pero también me preocupaba. Un poco. Mucho. Lo justo como para que mi ceja se levantara en automático cuando me senté frente al volante.

-Este cargador no te lo compré yo -le solté apenas el auto arrancó y el portón se abría con esa lentitud dramática que parecía de telenovela.

-Es que... se me ha perdido el otro -dijo con tono de "no me regañes, porfa"- y le pedí a Panda que me comprara uno en el Oxxo por mientras.

꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora