Un instante compartido

689 46 6
                                        

Han pasado tres meses desde que acepté seguir el juego de Yuta. Tres meses en los que nuestra relación, aunque aún no definía nada, había crecido en complicidad. Y yo, la tonta, me había enamorado de él. Cada mañana me emocionaba cuando iba a buscarme para acompañarme a mis clases, a alguna misión. Y siempre, después de regresar de alguna, lo primero que hacía era ir a verme. Eso se había vuelto una costumbre entre nosotros. Pero aún no sabíamos qué hacer con ello, o al menos, eso pensaba yo.

Ese día, mientras me ponía mi vestido y las medias de encaje rosa, tan sencillas pero tan complicadas, algo dentro de mí se sentía nerviosa. El hecho de que él estuviera en mi cuarto, esperándome, me hacía sentir aún más vulnerable. No podía evitarlo: cuando me vio, sus ojos se iluminaron, y, como siempre, no pudo evitar sonreír de esa manera burlona que tanto me irritaba... y a la vez, tanto me gustaba.

—Qué bonita niña, toda tierna con su vestidito y esas medias de encaje rosa... pareces una muñeca— dijo, apretando mis mejillas y dibujando esa sonrisa traviesa que solía ponerme tan nerviosa.

Yo traté de disimular la incomodidad que sentía ante su mirada, pero ya sabía lo que estaba pasando. Le estaba gustando verme roja, nerviosa. Y por alguna razón, eso me hacía sentir aún más expuesta.

—Ya cállate, vas a hacer que me crezca acné— respondí rápidamente, intentando hacerle frente, pero él solo se rió, negando con la cabeza, como si no pudiera evitar seguir con su juego.

—Ay, muñequita de porcelana, tan tierna y pequeña, tan frágil a simple vista— continuó, disfrutando al verme perder la compostura.

—Síguele, Okkotsu, síguele— le advertí, intentando mantener el control, aunque me sentía como una niña atrapada en su trampa.

Yuta se sorprendió un poco cuando lo llamé por su apellido, alzó las cejas, pero rápidamente me retó con esa sonrisa traviesa que me volvía loca.

—¿O qué?— me retó, apretando aún más mis mejillas, sin llegar a lastimarme, solo para ponerme aún más incómoda.

—No te voy a hablar en toda la semana— respondí, frunciendo el ceño, como si realmente pudiera cumplir esa amenaza.

Él fingió estar afligido, pero la sonrisa no se le borraba del rostro, como si nada le importara.

—Qué pobre, crees que me vas a alejar de ti— dijo, con esa seguridad tan suya, tan imponente.

—No te atreves— dijo, con esa mirada desafiante que no necesitaba palabras para hablar por él.

—¿Estás retándome?— pregunté, con una sonrisa que dejaba entrever que quizás esta vez sería yo quien ganara.

Yuta se rió, pero luego se acercó más, tan cerca de mis labios que no pude evitar cerrar los ojos esperando lo que pensé que iba a suceder... pero no pasó nada. El semáforo cambió, y sus manos volvieron al volante. La realidad regresó con una sacudida.

Era tan atractivo manejando. Sus manos firmes sobre el volante, su perfil tan definido, y esas malditas ojeras que le daban un toque tan... real. Me mataba lo cansado que se veía, pero al mismo tiempo, cómo eso lo hacía aún más cercano, como si fuera un ser humano de carne y hueso y no un arcángel distante.

—Te crees muy importante— murmuré, solo para que me escuchara, para que supiera lo que pensaba.

—Lo soy, cielo— respondió, con la voz grave y serena, concentrado ahora en el camino.

Solo rodé los ojos, sin darle más importancia, aunque sabía que me costaba mantener la calma. Cómo me encantaba ver su ego tan inflado, cómo me sentía atrapada en su seguridad. Me tenía completamente en sus manos, y no quería admitirlo.

꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora