¿Rika?

792 65 9
                                        

La noche transcurrió con rapidez, un breve respiro entre la misión anterior y la siguiente. Por la mañana, mientras abandonábamos el hotel donde habíamos dormido, algo era evidente: Yuta no era el mismo de ayer. Desde el momento en que tocó mi puerta, una sonrisa inusualmente amplia adornaba su rostro, y hablaba más de lo que había hecho en toda nuestra corta convivencia.

—¿Quieres desayunar antes de la misión, Suy? Yo invito —dijo, con una expresión tan radiante que casi parecía ajena a su carácter habitual.

Fruncí el ceño, sospechando. Algo había ocurrido durante la noche, algo que claramente le había transformado en esa persona extrañamente animada que ahora tenía enfrente. Le observé con detenimiento, comenzando por su atuendo impecable, como si lo hubiese planchado con la fuerza de su voluntad. A diferencia de mí, que llevaba la misma ropa de ayer, Yuta lucía fresco como una lechuga. Luego pasé a su rostro... y entonces lo vi.

Un chupetón.

Oh, vaya.

—¿Cogiste anoche? —pregunté, sin filtro, mi curiosidad brotando como un géiser.

Su reacción fue inmediata: alzó una ceja y, al instante, sus mejillas se tiñeron de rojo. Sus ojos, normalmente directos, evitaron los míos como si mi pregunta fuese un hechizo prohibido.

—Pregunté si querías desayunar —respondió, cambiando de tema con una habilidad sospechosa, aunque el ligero temblor en su voz lo delataba.

—Entonces sí tuviste sexo —insistí, como un sabueso tras el rastro.

—¿Te apetece una hamburguesa? —replicó, apresurando el paso y poniéndose frente a mí como si eso pudiera detener mis preguntas.

—¿Y esos chupetones? Uy, mira, ¡tienes otro! —exclamé, señalando su cuello, donde conté al menos cuatro marcas estratégicamente distribuidas.

—Entonces será pollo.

—¿De verdad coges cada que sales a una misión? Oye, no me gusta el pollo por la mañana, me da nostalgia por el profesor Satoru y Suguro cuando se pelean. Pero oye, ¿en serio? —continué, mezclando mi rechazo culinario con la persistente interrogante.

—Vayamos por hamburguesas —zanjó, su voz teñida de un nerviosismo que intentaba ocultar tras una capa de falsa calma.

Aceleró el paso, como si huyera de mi incesante interrogatorio, pero yo no iba a rendirme tan fácilmente.

—¡No me ignores! —le grité, intentando mantener su ritmo mientras mi propia respiración comenzaba a agitarse.

Finalmente, llegamos a un restaurante claramente caro. Yuta, como todo un caballero nervioso, se apresuró a abrir la puerta y guiarme a una mesa junto a una ventana.

—Por eso estás tan sonriente, ¿verdad? —solté mientras nos acomodábamos, sin perder la oportunidad de continuar mi pesquisa.

Él jaló una silla para que me sentara y, tras hacerlo, se colocó frente a mí. Pero en lugar de responder, cambió de tema con una estrategia impecable:

—Tienen hamburguesas, pero también hay más cosas en el menú.

—¿Qué se siente coger? ¿En serio te pone de buen humor? —ataqué de nuevo, sin piedad.

—¿Ya viste el menú? —fingió, esta vez sosteniéndolo como si fuera un escudo.

—¿Eres caliente, entonces?

—Puedes pedir lo que quieras.

—¿O eres mujeriego? ¿Eso lo sacaste del profesor Satoru? —pregunté, divertida con la idea, mientras él se esforzaba por ignorarme.

꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora