A veces pienso que si la vida fuera justa, las bolsas de harina pesarían como una nube. O al menos que vinieran con rueditas. Pero no. Mi suerte me dejó sola un día lunes con un nuevo cargamento de café, harina, y mi terquedad intacta. Todos los chicos estaban ocupados en sus tareas respectivas, y yo… bueno, yo me puse el delantal como si no tuviera un bebé de cinco meses pateándome las costillas.
“¡Yo puedo sola!”, dije.
“¡Suyen, no cargues eso!”, dijeron.
“¡Voy a ir solo por una!”, dije.
“¡Te va a regañar Yuta!”, dijeron.
Y yo: “No le vamos a contar.”
Error número uno: subestimar la harina.
Error número dos: subestimar a mi propio cuerpo.
En mi defensa, el saco me miró raro. Estaba ahí, provocativo, con su carita de “levántame si te atreves”. ¿Cómo iba a resistirme?
El primer problema fue que el saco no pesaba como yo recordaba. El segundo fue que me empecé a marear a medio pasillo, y el tercero fue que al dejarlo sobre la barra, sentí un tirón en la parte baja del abdomen. No fue un dolor cualquiera. Fue un “ups”, un “oh no”, un “¿acabo de…?”.
No grité. Ni siquiera lloré. Sólo dije, muy tranquila:
— Kennedy, creo que algo no está bien.
Y entonces el caos. Sakura dejó caer una bandeja, Noulan gritó “¡YA NACIÓ!”, Kuro se tropezó tratando de buscar el celular, y Shousa… bueno, ella sólo me miró fijamente como si estuviera en un videoclip de Evanescence.
Pero Kennedy. Ay, Kennedy. Él entró en modo operativo como si fuera el presidente de emergencia nacional.
— ¡Ambulancia! ¡Ahora! —gritó mientras me cargaba el bolso y me acompañaba a sentarme.
— Estoy bien… creo. —Intenté sonreír, pero me dolía. Me dolía mucho.
Las luces me mareaban. Mi respiración se volvió más rápida. Alguien me dio agua. No recuerdo quién. Kuro creo. O Sakura. Todo se movía muy rápido.
— Respira conmigo —me decía Kennedy mientras me sostenía la mano en el camino a la ambulancia—. Inhala. Exhala. No hagas caso a Kuro, no vas a dar a luz en la cafetería, eso fue solo una teoría de conspiración.
Yo no podía reírme. No todavía.
En el hospital, las enfermeras me acostaron y me pusieron en monitores. Kennedy nunca se movió de mi lado. Me tomó la mano todo el tiempo, incluso cuando yo estaba conectada y solo podía mirar el techo con lágrimas resbalando por las sienes.
El médico dijo que había sido un susto, pero que era técnicamente una amenaza de aborto. Me miró con esos ojos de “te lo advertí sin advertírtelo”, y yo me sentí la peor mujer del planeta.
Para mí peor mala suerte, Shoko era el médico. Así que sabía todo de mi, por eso mismo, me trataba fuera de lo profesional.
— Tienes que descansar. Nada de cargar cosas, ni de caminar mucho. —Su voz fue muy clara.
— ¿Puedo seguir cocinando?
— No.
— ¿Puedo servir cafés?
— No.
— ¿Puedo existir?
— Con supervisión médica.
Suspiré.
Kennedy estaba ahí cuando terminaron de decirme todo. Me pasó un juguito de manzana que había conseguido por ahí y se sentó al borde de mi camilla.
— ¿Te das cuenta de que eres la jefa más terca del mundo?
— Sí… pero con estilo.
Él sonrió y me revolvió el cabello con cuidado.
— ¿Sabes lo que me dio más miedo? —dijo—. Que te perdieras antes de que pudiera enseñarte mi stand de ramen casero. Quiero ponerlo en la esquina, con luces de neón y todo. Le iba a poner tu nombre.
— ¿Qué tiene que ver eso con que casi pierda al bebé?
— ¡Mucho! Porque si tú no estás, quién va a ser la crítica despiadada que me diga que mi huevo está sobre cocido.
— Kennedy…
— Además, necesito que estés viva para seguir peleando con Noulan por la música de la cafetería. Esa guerra no se va a ganar sola.
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꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu
Fanfic"¿Posesivo? Solo estoy cuidando de ti para que sigas a mi lado"
