꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu

Suyen Hanemiya

Un cuerpo menudo, no más alto de 1.64 metros, cuya fragilidad aparente contrastaba con la energía vibrante que irradiaba. Su piel, pálida como porcelana, parecía demasiado delicada para la intensidad de su mundo. Pero eran sus ojos, dos esmeraldas vivas, los que capturaban toda la atención, resaltando con un brillo indomable bajo el marco oscuro de su cabello carbón.

A su lado, cualquier persona parecía inmensa, pero eso no la detenía. Era pequeña en tamaño, no en presencia. Cuatro años la separaban de otros, pero a veces, esa diferencia parecía infinita, y otras, insignificante. ¿Cuatro años? ¿De verdad querías más?

Suyen llegó a la preparatoria de hechicería de Tokio como una simple estudiante más, con tan solo 15 años y un futuro que apenas comenzaba a esbozarse. Marzo, su mes, la había visto nacer el día 27, como una chispa que aún buscaba convertirse en fuego. Pero si algo le quedó claro desde el inicio fue que no necesitaba amistad, solo compañerismo; los lazos emocionales no eran su prioridad, aunque el destino tenía otros planes.

Era cuestión de tiempo para que llamara la atención de los de segundo grado.
Su talento emergió con la intensidad de una estrella al entrenar junto al trío que admiraba en silencio. Las palabras de aliento de Nobara, las estrategias de Megumi y el desparpajo de Yuji le daban forma a su potencial. Pero su frustración siempre se hacía evidente al regresar a misiones de primer grado. Las quejas eran constantes:
—¡Nobara, quiero estar en segundo año ya!
Y, como siempre, el sermón de Megumi apagaba su entusiasmo. Blablablá... Es todo lo que alcanzaba a escuchar antes de desconectarse del todo.

Conocer a los de tercer grado fue otro punto de inflexión. Para ella, eran leyendas vivientes:

Maki, con su determinación inquebrantable y habilidades letales.Panda, un compañero tan extraño como entrañable.Inumaki, el chico del lenguaje críptico, al que aprendió a entender más allá de las palabras.

Aunque al principio necesitó un pequeño pizarrón para comunicarse con Inumaki, eventualmente, lograron entenderse sin necesidad de intermediarios. Maki, por su parte, sacó lo mejor de ella en los entrenamientos. Panda, siempre carismático, le dejaba reflexionando cada vez que mencionaba a los "cuatro" de su equipo, aunque Suyen solo veía tres. ¿Quién era el cuarto? Nunca lo preguntó; prefería concentrarse en sus historias.

Cuando llegó su segundo año, sus habilidades ya la habían posicionado como la más destacada de su grupo. Las misiones de segundo grado llegaron con naturalidad, aunque no sin un toque de vértigo. Su "trío invencible" estaba cada vez más ocupado con misiones que los alejaban de los pasillos de la preparatoria. La soledad comenzó a acecharla, pero su espíritu decidido siempre encontraba maneras de mirar hacia adelante.

Y entonces estaban sus técnicas malditas, su verdadero orgullo.
El poder de Suyen provenía de su conexión con los astros, una magia dual que canalizaba tanto la energía del sol como la de la luna:

Sol: copos de luz abrasadora, cuya intensidad dependía de la energía acumulada durante el día.Luna: destellos cortantes como navajas, más profundos y letales dependiendo de cuánto tiempo hubiera dormido bajo su luz.Eclipse Solar: una explosión devastadora que podía usar solo dos veces, pues pronunciarlas quemaba su garganta como fuego.Eclipse Lunar: la cúspide de su poder, capaz de arrastrar a sus enemigos a pesadillas o sueños tan reales como mortales, pero también el más limitado: solo podía invocarlo una vez por noche.

El equilibrio entre el Sol y la Luna era su mayor fortaleza, pero también su mayor desafío. Dominarlos le exigía cuerpo y alma, pero ella estaba dispuesta a darlo todo, porque cada batalla era un paso más hacia el reconocimiento que siempre había soñado.