Sus labios no me daban descanso. Cada vez que terminaba un beso, ya estaba dándome otro. Y no podía estar triste por mucho tiempo: su lluvia de besos siempre terminaba arrancándome una risa, y él lo sabía perfectamente. Por eso lo hacía, y por eso lo amaba tanto.
Finalmente se detuvo, solo para tomarme las mejillas entre sus manos y estrujarlas con ternura. Me quejé con un puchero mientras él se reía como si esa fuera su misión secreta.
—Linda... vas a estar bien sin mí, ¿verdad? —dijo con suavidad—. Llamé a alguien de confianza para que pase a ayudarte con las cosas pesadas en el local. No quiero que te exijas en mi ausencia.
Ah, claro, el meticuloso Yuta. Siempre un paso adelante. Había preparado todo al detalle, como si dejara a cargo a su bien más preciado... y de alguna forma, sí lo estaba haciendo.
Iba a estar fuera por seis días. Con suerte. Después de tanto tiempo evitando ese tipo de misiones largas, esta vez no pudo zafarse. Literalmente hizo berrinche cuando se lo asignaron. Lo vi arrastrarse emocionalmente durante días, soltando indirectas dramáticas mientras abrazaba a los gatos como si fueran bebés.
Solo asentí a su pregunta, mirándolo de pies a cabeza. No sé si era cosa de las hormonas del embarazo o solo yo cayendo más y más enamorada... pero últimamente Yuta estaba tan, tan atractivo. Y no, no me refería al tipo de “me lo llevaría a la cama”. No. Era más bien del tipo: “lo quiero con arroz, salsa y un tenedor”. Quería comérmelo a mordidas.
—Te voy a extrañar mucho —solté de golpe.
—Llevas diciéndome eso desde ayer —dijo sonriendo.
—Sí, Yuta. Pero ahora lo resiento más. ¿Y si el bebé decide adelantarse y nacer hoy?
Él soltó una risa baja, esa que suena entre dientes.
—Amor… apenas tienes cuatro meses. Es físicamente imposible. Además, te hicimos chequeo esta semana, el bebé está perfectamente. Solo necesito que, por esta semana, no levantes peso ni te estreses. ¿Sí?
Lo abracé otra vez, apretando fuerte. No solo era su ausencia. También me pesaba quedarme sola en las madrugadas, cuando todo está en silencio. Aunque sé que soy fuerte, todavía tengo muy presente la vez que fuimos atacados. No sabía si con este pequeño creciendo dentro de mí reaccionaría igual de rápido.
—Eres un papá abandonador —le dije, sin aflojar el abrazo.
—Soy un papá responsable con su trabajo y con su esposa, asegurándome de que pueda tener la vida que quiere, y no una que tenga que sostener por obligación. Quiero que tu cafetería siga siendo un sueño, no una necesidad.
—Te amo.
—Y yo más, llorona hermosa.
Yuta miró el reloj con una expresión que no me gustó nada.
—¿Ya? —pregunté, mordiéndome el labio.
Él asintió, suspirando.
—Sí. Me tengo que ir ya mismo.
Y ahí fue donde mi pecho se encogió un poco más.
Lo vi alejarse desde la puerta, sus pasos firmes mientras ajustaba una última vez la mochila al hombro. Me regaló una sonrisa suave antes de dar la vuelta en la esquina, esa sonrisa que siempre me dejaba con el pecho tibio… y un nudo en la garganta.
Cerré la puerta con cuidado, como si el simple ruido fuera capaz de quebrarme. Apoyé la frente contra la madera unos segundos, respirando profundo. Silencio.
Arrastré los pies de regreso al cuarto, como si llevara pesas en los tobillos. El departamento se sentía un poco más frío sin él, aunque sus cosas estaban por todos lados. Y sus gatos, claro… bueno, nuestros gatos, pero eran más de él desde que se había obsesionado con el primero que me regalaron.
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꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu
Fanfiction"¿Posesivo? Solo estoy cuidando de ti para que sigas a mi lado"
