Un aventón!!

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El ambiente se relajó un poco cuando la última risa se disipó en la cafetería. La tensión de las preguntas sobre las tarjetas de Yuta había disminuido, pero los chicos no dejaban de cuchichear entre sí. Estaban claros de que no habíamos terminado con ellos aún. Ya habían salido, pero justo cuando estábamos listos para irnos, Noulan levantó la mano, como si hubiera tenido una revelación.

—¡¿Nos puedes llevar a todos en tu coche?! —preguntó con ese entusiasmo característico, mirando a Yuta con unos ojos brillantes de esperanza.

Yo levanté una ceja, sin poder evitarlo. Era tarde y todos estábamos cansados, pero el entusiasmo de Noulan era tan contagioso que sabía que Yuta no podría negarse.

—No sé si sea una buena idea... —comencé a decir, pero Yuta ya había girado la cabeza hacia mí, sonriendo con esa leve sonrisa que ponía cuando sabía que no podía escapar.

—¿A quién le haría daño llevar a unos chicos a sus casas? —dijo, como si realmente no tuviera un problema con ello. Pero yo sabía que su humildad no era solo por educación, sino que genuinamente le gustaba ver a todos a gusto.

Los chicos se miraron entre sí, y sin decir una palabra más, se agruparon rápidamente, como si estuvieran en una misión secreta. Shousa, Sakura, Kuro, Kennedy y Noulan ya se habían acercado al auto, y Yuta abrió la puerta trasera con una sonrisa contenida.

Yo me acomodé en el asiento del copiloto, que siempre me ha parecido el lugar más cómodo, especialmente cuando Yuta está conduciendo. Él se subió al asiento del piloto, como siempre, con esa serenidad que parece irradiar en cualquier situación.

Pero lo que vino después fue una de las cosas más cómicas de la noche.

Los chicos se apretaron en el asiento trasero como sardinas en una lata, sin que nadie pareciera dispuesto a ceder. Kuro terminó encima de Noulan, quien hacía esfuerzos por equilibrarse, mientras que Sakura quedó atrapada entre ambos, lo que la hizo reír a carcajadas. Kennedy, de pie en el pasillo del auto, intentaba mantener el equilibrio mientras Shousa, en un acto de completa calma, simplemente se acomodó con elegancia en la esquina. Pero cuando todos finalmente estaban dentro y la puerta se cerró, el coche de Yuta parecía más un carnaval sobre ruedas que un viaje tranquilo a casa.

—¿Se supone que todo va a estar bien aquí atrás? —preguntó Kuro, con su tono burlón, aunque el sudor le caía de la frente por la falta de espacio.

—¡¿Qué pensabas, Kuro?! ¡Ahora eres parte de la diversión! —respondió Noulan, riendo de manera ruidosa.

—¡Ah, claro! ¿Qué otra cosa podría esperar de ti? —rió Kuro, mientras intentaba acomodarse un poco mejor, sin tener mucho éxito.

Yo miré a Yuta con una sonrisa divertida. Él parecía indiferente, pero no podía esconder el brillo de diversión en sus ojos. A pesar de su serenidad, yo sabía que, de alguna manera, estaba disfrutando de todo esto.

Los gatos, por supuesto, estaban en la cajuela, cómodamente instalados con el aire acondicionado a su disposición. Cada vez que pasábamos por un semáforo, podía escuchar sus pequeños maullidos de vez en cuando. Yuta se había asegurado de que tuvieran su espacio y aire fresco. Era un hombre de detalles, incluso con los gatos.

Con todos acomodados, arrancamos el coche, y lo que siguió fue un viaje lleno de risas y murmullos. Pero pronto, las voces de los chicos comenzaron a bajar de volumen y se escucharon más susurros. Pude notar que se estaban preparando para contar algo serio, y cuando Kuro mencionó algo sobre una chica en la preparatoria que coqueteaba descaradamente con un profesor, la tensión aumentó.

—Oye, ¿sabías que esa alumna de tercero está intentando que el profe de matemáticas le suba la nota? —dijo Noulan, susurrando para que Yuta no escuchara. Pero era imposible no escuchar; en el silencio del coche, su voz se escuchaba más fuerte.

꧁༒¿𝘗𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯?༒꧂ Yuta Okkotsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora