Pregnant ➳ j.b

Capítulo 44

Madison.

Toque la puerta de la casa de Madelin varias veces, las lágrimas no habían cesado en ningún momento. No tenía ánimos de ir a casa de Chaz y darle explicaciones de todo lo ocurrido.

—¿Quién mierda toca con tanta insistencia?— se escuchó el gruñido de Madelin. Segundos después abrió la puerta.— Madison.— sus ojos se abrieron por la sorpresa.— ¿Qué te ocurrió?— solo me quede en silencio y me tire en sus brazos. Tenía el corazón desecho.— ¡Jake! ¡Ven rápido!

—Mujer deja los gritos por una vez en la vida. ¿Qué ocurre?— preguntó Jake saliendo de una de las habitaciones del apartamento de Madelin.— ¿Qué le ha pasado?

Su preocupación era notoria. Madelin negó rápidamente.

—No lo sé, deja que se calme. Toma las maletas y cierra la puerta.— señalo la puerta y camino conmigo hasta el mueble para sentarnos allí. Jake hizo lo que Madelin le dijo y se sentó a un lado de nosotras.— Ya me hice una idea de lo que pudo ocurrir...— le susurró a Jake, pero claramente escuche.

—Él...— solté.— Me lastimo nuevamente. No siente nada por mí, no me quiere...— solloce y Madelin me abrazó más fuerte.

Me sentía como la estúpida más grande en estos momentos.

Y es que tal vez sí lo era.

—¿Chaz?— preguntó Jake y negué.

—Claramente sabemos de quién se habla aquí. Justin.— asentí y Jake gruño.

—Te juro que matare a ese hijo de puta.— apretó los puños.— ¿Quién mierda se cree?

—Jake no creo que eso ayude en estos momentos.— reprochó Madelin fulminándolo con la mirada.— Iré a prepararte un té.— me dijo parándose para ir a la cocina.

—Ven aquí pequeña.— Jake abrió los brazos. Sin pensarlo dos veces lo abrace fuerte. Él me tomo cuidadosamente de la cintura y me sentó en su regazo, yo coloque mi cabeza en su hombro mientras trataba de que las lágrimas cesaran. Como una niña pequeña. Y es aquí me sentía en estos instantes.— Cálmate...— susurró mientras acariciaba mi cabello.— Les hace daño a los bebés estar así de aquí alterada.

Duramos unos minutos más así hasta que logre calmarme un poco. Tenía razón.

—Lo quiero odiar, realmente lo quiero odiar, pero se me hace imposible...— dije entre hipidos.

—Él no vale la pena, menos tus lágrimas. No le des importancia, deja de pensar en él.— dejo un beso mi frente. Suspire y asentí lentamente.

Como si fuera tan sencillo.

—Lo intentare.— susurre.

Aunque claramente esa sería una tarea realmente difícil. Lo tenía metido en mi piel. Desde hace mucho tiempo. Más de el que quisiera admitir.

(*)

Justin.

Después de aquella discusión o como le quieran llamar con Madison, me senté en el mueble a terminar la botella de vodka que había dejado allí anteriormente. La puerta se abrió, pero no le preste la más mínima atención y seguí en lo mío.

—¿Amor?— se escuchó la voz de Amelia. No conteste.— ¿Justin?— volví a quedarme en silencio y sentí como se acercaba— ¿Qué haces bebiendo a esta hora?— pregunto horrorizada mientras señalaba la botella que tenía en mano.— Recién es mediodía, jesúcristo.

—Necesitaba desahogarme.— murmure simple y le di otro largo trago. Ella se acercó a mí y me quito la botella. Gruñí.— ¿Qué está mal contigo? Dámela.— extendí mi mano y ella negó.