Capítulo 48

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Abrí la puerta de la habitación de Madison y me adentré, allí estaba ella abrazada a Chaz, por toda la habitación solo resonaban sus sollozos.

—Déjame sola con ella unos minutos.— le dije a Chaz. El asintió, se separo de ella y salió. Me acerqué y me recosté a su lado abrazándola por los hombros.— Shh, ya calma, estoy aquí. Todo está bien.— murmure besando su rubia cabellera.

Duramos así unos minutos hasta que sus sollozos fueron parando poco a poco.

—Mis bebés...— fue lo único que salió de su boca.

—¿Te lastimo?— le pregunte acariciando sus nudillos, aunque la respuesta era obvia.

—Mis bebés...— volvió a susurrar. No lo pensé y me pare de la cama, la tome entre mis brazos para salir de allí.

—¿A dónde la llevas?— preguntó Chaz una vez que termine de bajar las escaleras.

—La llevare con un doctor.

—Voy contigo.— dijo tomando su chaqueta.

—No, quédate con los niños y asegúrate de que Amelia no haga nada estúpido.— el asintió y camino hasta la puerta para abrirla.

—Llámame cualquier cosa.— asentí y salí camino al auto.

En todo el camino Madison no dijo ni la más mínima palabra, eso me preocupaba demasiado. Ella que vivía con su parloteo eterno. Ahora ya estaba siendo chequeada por el médico, solo rogaba porque Amelia no le haya dado un golpe que pudiera haber perjudicado a mis hijos.

Llevaba casi dos horas sentado en esta silla, tenía los nervios de punta. ¿Se podía perder un embarazo por algo así? Ni quería imaginármelo. Mi celular comenzó a sonar, metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta y lo saque, mire la pantalla, era Chaz.

—¿Paso algo?— pregunte una vez que conteste.

—No, todo está bajo control, solo llamo para saber cómo se encuentra Madison.

—Aún no he sabido nada de ella, hace casi dos horas que se la llevaron con el doctor y no me han dicho nada.— murmure, al fondo se escucharon unos gritos por lo que supuse que eran los niños.

—Bueno, te llamo en unas horas más, iré a alimentar a tus pequeñas máquinas de energía.— reí levemente por el sobrenombre, de seguro lo están volviendo loco.

—Está bien, dile que los amo. Hasta luego.— y colgué.

Volví a colocar el celular en mi chaqueta, al sacar la mano de allí salió una pequeña foto. La tome del piso, era Madison. ¿De dónde había salido esa foto? Ella sonreía mientras sostenía en sus manos un pequeño perrito de cabellera marrón, se veía demasiada tierna. Sonreí y comencé a acariciar la foto.

 Sonreí y comencé a acariciar la foto

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—Es muy bonita.— dijo una señora a mi lado.

—Lo es.— volví a sonreír.

—¿Es su novia?— preguntó.

Pregnant ➳ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora