Lo que restaba de la semana había pasado tan rápido que hasta me había sorprendido. Hoy era sábado, el día tan esperado, pero a la vez no. Por una parte sentía emoción, pero por otra pavor.
—Duelen demasiado.— me queje mientras me topaba los pechos levemente. Desde hace unos cuantos días andaba muy sensible.
—Es el embarazo.— soltó Jake mientras apagaba el auto.— Se ponen sensibles en los primeros meses. Les doy un mes más para que comiencen a aumentar el tamaño.— yo lo mire sorprendida.
—¿Desde cuándo sabes los síntomas de una mujer embarazada?
—Te dije que me iba a informar.— me guiñó un ojo y salió del auto. Imité su acto y salí también.
Mire el reloj de mi celular y este marcaba las 9:56 am, justamente en cuatro minutos tenía la cita con el famoso señor Bieber. Mentía si decía que no me sentía nerviosa.
—Aunque tengo una duda. ¿Tus pechos pueden crecer aún más? Digo tienen un buen tamaño ya, creo que explotarían...— frunció el ceño mientras miraba mi escote.
Ya me extrañaba que no hubiera salido con uno de sus extraños comentarios en todo el día.
—Debes de estar bromeando Jake. Y deja de mirar mi escote.— le di un pequeño golpe en el hombro y él alzo los brazos.
—Es solo curiosidad mujer, es que digo, tienes veintiún, pero es que solo míralas, no lo aparentas...
—¡Jake!— me queje interrumpiéndolo y rodé los ojos. Una de las cosas elementales de tener mejor amigo hombre.— Solo entremos.
Una vez que estuvimos dentro de Bieber's Company entramos al elevador y llegamos al piso seis donde se encontraba la oficina del gran señor Bieber.
—Iré a hablar con ella.— señalo la secretaría quien escribía entretenidamente en una computadora.— Cuando te de la señal solo caminas por ese pasillo de allí hasta llegar a una gran puerta que esta al final del pasillo. ¿Entiendes?
—Tampoco ni que fuera retrasada Jake.
—Solo mantente mirándome y atenta a mi señal.
—Entendido mi capitán.
Jake se acercó hacia la rubia y esta lo recibió con una gran sonrisa, era de esperar. Intercambiaron unas cuantas palabras seguido ella comenzó a buscar unas cosas entre unas carpetas. Él se volteó disimuladamente mirándome y dio un asentimiento de cabeza. Supuse que esa era la señal, por lo que hice exactamente lo que me dijo y a los segundos ya estaba en frente de una gran puerta de madera en caoba.
Respire profundo tratando de sacar la presión que sentía en mi cuerpo. Estaba nerviosa.
—Esto es por ti.— acaricie mi barriga levemente. Con mis nudillos di tres golpes a la puerta. Aquí vamos Madison.
Segundos después se escuchó una voz fuerte y grave desde adentro diciendo pase.
Tome la manilla con mis manos temblorosas y la gire. La puerta se abrió dejando ver una gran oficina con uno que otros lujos. Todo era en blanco, negro y rojo. Mi estómago se encogió al ver tal hombre con el semblante serio sentado en aquella silla de cuero detrás del escritorio. Estaba tecleando unas cosas en su computadora.
Vamos Madison, tú puedes. Ya llegaste aquí.
Ni siquiera me había mirado y ya me sentía intimidada.
Cerré la puerta lentamente y me quede allí parada en busca de alguna señal.
Dios ayúdame.