Capitulo 38

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Lean la nota del final.

Perspectiva de Anastasia Steele.

Su oficina es tal como me lo imagine de un obsesivo con la obras de Dante, numerosos cuadros italianos colgados en las paredes blancas, bueno es el único tipo de adornos que hay colocados en las paredes claro aparte de los muchos diplomas y títulos enmarcados perfectamente, en definitiva está muy orgulloso de su trabajo aunque claro en realidad si yo tuviera todo su recorrido en sus máximos, yo le pongo unos 35 años de edad si lo miro fijamente, también tendría todos mis diplomas bien enmarcados en cuadros de oro, bueno con respecto a sus 35 años debe tener menos tal vez y las arrugas de su frente han de ser por lo renegón que es, aunque puede que sea sólo conmigo y Damian, en fin es un puto renegón y soberbio.

Todo el ambiente se tensa cuando la puerta se cierra de un fuerte portazo, que hace que mi amigo y yo nos sobresaltemos, su respiración claramente agitada se escucha a nuestras espaldas mientras siento su intensa mirada pegada a mi cuerpo, joder he de estar paranoica, pero tengo que observar bien su oficina para saber por dónde huir, un fluorescente que cuelga del techo ilumina vagamente todo su gran lugar de trabajo, mientras analizo cada rincón de reojo me doy cuenta que nuestra única vía de escape es una pequeña ventana de marco de madera levemente abierta que permite el ingreso del aire a esta oficina que a pesar de todo tiene un fragante olor.-Espero tú cuerpo quepa por esa ventana. –le hablo entre dientes a Damian mientras caminamos lentamente seguidos de un profesor que cada vez respira más aceleradamente.

Para no verme intimidada me repito una y otra vez las palabras de Rodrigo que en este momento me ayudan mucho, pero cada segundo que pasa se me acaban las fuerzas.- Tomen asiento, por favor. –sus palabras suenan muy duras pero al menos nos ha pedido por favor. Es un avance supongo para nuestra buena relación.

Nos encaminamos con paso seguro hasta donde hay dos pares de sillas de madera delante de su escritorio también de madera donde reposan varios libros originales de la Divina Comedia, Damian sin olvidar su educación me retira la silla para que me siente, luego él toma asiento al lado mío delante de un pequeño identificador donde está nuevamente impregnado el nombre del profesor con letras que brillan de limpios.- Tranquila. –me habla mi amigo enseñándome la mejor sonrisa que tiene mientras sus ojos verdes se posan en los numerosos libros que hay, niego con la cabeza al darme cuenta que soy menos importante que un libro para mi amigo.-Son originales. –su voz suena cada vez más embriagada.

-Que observador es señor Deorth. –aparece el profesor Emerson con su voz tan dura como siempre, no se ha vuelto a poner ni el saco ni la corbata, los primeros botones de su camisa están abierto dejando ver el inicio de sus pectorales y con la ayuda del sol logro diferenciar mucho más el tatuaje que tiene, pero la forma aún me es muy incomprensible ¿Un dragón? ¿Letras?, pero no me puedo concentrar mucho por la mirada fría de aquel hombre que con sus dedos acarician la pasta de un libro.- ¿Lo dice por el sello de original que tiene? –suelta una amarga carcajada que hace que sus carnosos labios se curven en una sonrisa muy malvada, con su brazo se seca una gota de sudor de su frente... Sea lo que sea que haya hecho acá dentro se ha cansado mucho.

Mi mente me dice que no me deje doblegar por sus ojos tan fríos y oscuros como dos pozos pero mi corazón que late a mil no me ayuda en nada, se sienta en su silla tan seguro de sí mismo, en su mano derecha lleva una pelotita de goma roja que la aprieta fuertemente mientras me mira a mí, en definitiva ha de estar imaginándose que esa pobre pelotita es mi cuello. Instintivamente, cuando los segundo pasan y no deja de verme, me llevo las manos a mi cuello haciendo que sus labios se curven mostrándome sus dientes blanco mientras reposa su cabeza, en el respaldo de su silla, negando mirando al techo y aprisionando más la pelota en su mano.-No tengo nada en contra ustedes. –su voz es muy agria, un tono tan de él.

Las Sombras de Grey IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora