Epilogo

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En uno de estos días (viernes a mas tardar) estaré publicando los ultimos agradecimientos y una noticia que tal vez a algunas les guste... Así que si quieren alimentar el chisme, son buena onda y me quieren aunque sea un poco no eliminen la historia de sus bibliotecas para disfrutar de la última notificación que les llegara de está historia.

Epilogo.

Cinco años han pasado, cinco maravillosos años. Cinco años desde que tome la mejor decisión de mi vida, cinco años desde que uní mi vida con la de Anastasia, cinco años de que es mía con todas las de las ley, cinco años que es mi mujer. Los mejores cinco años de mi vida tanto como esposo como padre de dos hermosos hijos que me vuelve loco. Theodore que está próximo a cumplir los cinco años y Phoebe, la princesa de mis ojos que ya va por sus tres añitos. Ambos a sus cortas edades me han enseñado muchas cosas, como a no creer más en las lágrimas de cocodrilo de Phoebe cuando intenta tapar alguna travesura de su hermano ha realizado o como no confiar más en que Theodore se ha acabado sus verduras cuando en realidad se los da a Beethoven –su perro- un enorme perro que ha malogrado varios de mis zapatos, un perro que es idéntico al de la película que lleva su nombre. Pero lo que más me han demostrado es el amor incondicional que sienten, me lo demuestran cada domingo que vamos juntos a visitar a mi madre, a su abuela. Recuerdo con una sonrisa la última vez que fuimos a verla, donde me demostraron muchas cosas.

-Teddy con cuidado. –le digo a mi campeón que camina por el cementerio sosteniendo un enorme ramo de flores, ramo de flores que ya no es tan grande pues hemos dejado algunas en la tumba de la madre de Anastasia.- ¿Cómo se llama eso, princesa? –

Mi hija se abraza más a mi cuello, su cabello tan cobrizo como el mío roza mi mejilla mientras examina el animal que pasa volando por mi lado, lo examina con sus intensos ojos grises para luego mirarme a mí con sus muy abiertos, con sus mejillas regordetas.- Maiposa. –

-Mariposa, así es princesa. –le doy un fuerte beso en su mejilla causando que ella suelte un carcajada.

-Te quieo, papi. –oculta su cabeza en mi hombro.

-Y yo a ti princesa. –

Llegamos hasta donde se encuentra su hermano dejando las flores con cuidado. Me arrodillo quedando a su altura mientras mi pequeña con su vestido blanco se acomodad en mi muslo derecho.- ¿Así está bien, papá? –

-Así, es campeón. –mi pequeño viene a mi lado, se coloca a mi lado sonriendo mirando la tumba donde el nombre de tan genial mujer yace intacto pues lo he cambiado hace unas semanas la lápida.- Lo hiciste muy bien. –mi hijo suelta una carcajada mientras yo hago revolotear su cabello con mi mano, su cabello tan castaño como el de la mujer que no ha podido asistir pues tiene un libro nuevo que publicar, además que no le gusta mucho los cementerios. Los azules ojos de mi Teddy brillan mucho.

Mis dos hijos se miran cómplices, comparten una sonrisa que solo significan problemas –son unos torbellinos juntos- pero en el momento que abren la boca, en el momento que pronuncian unas palabras la preocupación que sentía se desaparece a la par que el amor que siento por ellos crece más –sí que eso es posible- los abrazo fuertemente procesando las palabras que acaban de pronunciar.- Te queremos mucho abuelita. –

El removimiento que hace Anastasia a mi lado me quita de mis recuerdos. Nuestros cuerpos desnudos rozan las sabanas conforme seguimos cubiertos de una capa de sudor por la maratón de sexo que acabamos de vivir, seguimos igual de fogosos. Sus ojos azules adormecidos se abren lentamente, pausadamente, un poco somnolientos y este es un nuevo comienzo para los dos, un nuevo día a su lado.

Las Sombras de Grey IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora