Capítulo 18

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Sin ver a donde nos llevaba Calum, yo moría ansiosa en el asiento. De la nada sentí su mano en mi muslo.

—Tranquila Jane, ya vamos a llegar.

—Es que ya quiero saber qué es.

—Lo único que te voy a decir es que es un lugar familiar.

Eso hace que las dudas me coman aún más.

No sé cuanto tiempo pasó cuando sentí el auto detenerse completamente. 

—Llegamos, pero toca caminar.

Se baja del auto y me abre la puerta y me coge de la mano ayudándome a bajar.

—Voy a cargar a Teresa y Sebastián me coges de la pantaloneta para no caerte.

—Ok Cal.

Oigo como se cuelga las mochilas. 

—Y tú bonita, pon una mano en mi hombro.

Y hago lo que dice. Coloco mi mano en su hombro. Comienza a caminar lentamente guiándonos por lo que sea que estemos.

—Jane ten cuidado con...

No logra terminar su frase cuando caigo en algo duro.

—¿Estás bien, bonita?

—Acabo de caerme de culo en una lápida. ¿Tú que crees?—Digo bromeando haciendo que se ría.

—Vamos gruñona.—Me coge la mano ayudándome a pararme.

Nos guía por no sé cuanto tiempo hasta que siento plantas a mi alrededor.

—¿Cuanto falta Calum?—Pregunta Teresa.

—No mucho Tere, sé paciente.—Le responde dulcemente.

De repente Calum se detiene.

—Quédense aquí y no hagan trampas—Deja a Teresa en suelo y se va corriendo a no sé donde.

—¡Quítense las vendas!—Grita desde la distancia.

Me quito la venda y parpadeo un par de veces acostumbrándome a la luz. Abro los ojos de par en par. 

Su lugar secreto. Calum se encuentra parado a la orilla del lago, donde hay un mantel en el piso, con una cesta, platos y cubiertos en el piso.

—¿Y? ¿Qué les parece?

—¡Asombroso!—Exclaman los niños, que salen corriendo mientras yo camino lentamente admirando todo lo que hizo Calum.

—¿Qué esperan chicos? ¡Hay un gran lago esperándolos!

Los niños comienzan a quitarse la ropa que tenían encima quedando en su traje de baño. 

—Calum, ellos no saben nadar—Le digo ya a su lado.

—Yo me vine preparado.

Se hinca a buscar algo en la caja. De ahí saca unos flotadores y se los coloca a ellos. Una vez puestos corren a nadar dejándome sola con Calum. Me abraza por detrás y apoya su cabeza en mi hombro.

—¿Y? No me dijiste qué te pareció.

—Calum, no tenías que molestarte en hacer esto.

—Claro que sí, y no me vegas con Calum, esto es para ustedes—Me besa la mejilla y sonrío.

—Gracias.

—No hay de qué. Y a partir de hoy, este no es mi lugar secreto, también es suyo.

Me volteo quedando cara a cara, sorprendida.

—¿Qué? Pero si este es tu lugar...

—Lo sé, pero que aburrido no tener con quien compartirlo. ¿No te parece?

Losing It All | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora