Capítulo 12

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¿No te parece extraño el tiempo?

¿Cómo el pasado te puede perseguir sin tener piedad?

Adrián


El hombre se apretujo en su abrigo. Metió las manos en sus bolsillos maldiciendo en voz baja al tiempo. Odiaba el frio. Apuro el paso hasta detenerse en la puerta de la cafetería, inmediatamente sus miradas se encontraron, pese al tiempo que había transcurrido ella seguía igual.

—Ha pasado mucho —dijo la mujer en cuanto lo vio.

—Tres años —asintió—. ¿Cómo está?

—Creciendo —hizo una pausa—. Se parece a ti.

El hombre sonrió con orgullo, recordó cuando la tuvo entre sus brazos, tan pequeñita, tan parecida no solo a él sino a...

—¿Cuándo poder verla? —pregunto con entusiasmo.

La mujer no pudo ocultar el miedo que eso le daba. —Sabes que no es posible... a menos no aun. Necesito tiempo para explicarles como estuvieron las cosas, ella no lo entendería de ser de otra manera.

—¿Cuánto más? Solo puedo verla de lejos y eso no me gusta.

—Se lo diré todo, te lo prometo. Quiero que seamos una familia, solo nosotros tres.

—¿Él no sospecha? —Su única respuesta fue soltar una carcajada—. Tomaré eso como un no.

—Te he extrañado —la mujer lo miro con todo el amor que tenía.

—Y yo a ti —tomo sus manos por sobre la mesa—, Gina.

***

La joven cerró sus ojos dándole la bienvenida a la llovizna. Una gota cayó en su mejilla, luego otra en su frente y así sucesivamente hasta que pronto ya no pudo escapar de ella. Su ropa se volvía más pesada a cada segundo que pasaba, su sonrisa se amplió a la vez que comenzaba a girar.

—Vas a enfermarte —dijo una voz grave cerca de ella.

Abrió sus ojos para encontrarse a su amigo.

—Acompáñame, Ben —tomándolo desprevenido lo hizo girar con ella—. ¿No es divertido? Sonríe, Benjamín.

Benjamín se detuvo obligando a ella a hacerlo también. Sus miradas se encontraron, la chica se alejó primero y volvió debajo de la lluvia. Su cabello parecía brillar con cada gota, todo en ella lo hacía o al menos así la veía él. Ella no necesitaba de nadie para eso, podía ser la luz para cualquiera. Debió presentir su mirada porque se detuvo mirándolo con esos ojos azules, su cabello rubio enmarcaba su dulce rostro. Le pareció que quiso decir algo arrepintiéndose segundos después. Dijera lo que dijera él siempre la escucharía, su voz era lo que más le gustaba, la hacía única, no, ella era única sin importar nada.

—Anja, te vas a enfermar —repitió. Se saco su saco y se lo coloco por sobre los hombros. —Vamos adentro.

Era su primer día libre en mucho tiempo y lo único que quería era disfrutarlo. Salir a pasear por la ciudad, escuchar a los músicos que tocaban en ella y para completarlo persuadir a Ben de interpretar algo a su lado. Nancy nunca la dejaba hacer ese tipo de cosas, para ella la apariencia era importante por lo que la pobre Anja solo tocaba en conciertos. Puede que esa era una de las razones por las que soñaba con pararse en medio de una plaza y comenzar a tocar, sin reglas.

La aludida entro por la puerta interrumpiendo sus pensamientos. La cara que puso al verla hizo que su día valiera la pena.

—¡Anja! ¿Qué maneras son esas de andar? Podría haberse enfermado y estamos a tan solo a dos meses de su concierto, ¡el más importante! ¿Se imagina lo que una cancelación hubiera causado? —Nancy continúo refunfuñando.

Anja miro a su amigo pidiendo ayuda, pero este solo corroboro lo que dijo su representante. Eran momentos como esos en que más extrañaba a su amiga que tan lejos se encontraba. Se escapó de las dos personas que la regañaban para poder llamarla. No la conocía tanto como a Ben, pero llego a convertirse en una persona muy querida para ella.

A pesar de lo inflexible que era Nancy en el fondo estaba agradecida. Fue ella quien descubrió su talento para la música, quien la saco del orfanato donde creció. No tenía ninguna pertenencia, por lo que se fue con las manos vacías. Antes de salir por la puerta principal se giró para ver al niño oculto detrás de un pilar. Su único amigo. Su familia. Anja se negó a abandonarlo. Por algún motivo, Nancy le concedió ese capricho. Vale decir que fue el único.

Si estaban juntos sobrellevar lo que vendría seria sencillo, eso pensaban. Pasaron meses de preparación para su viaje a Viena. Una vez que llegaron vinieron las clases de piano, canto y demás instrumentos. Nancy esperaba un desempeño esplendido y después de lo que hizo por ellos se esforzó en complacerla. Las exigencias aumentaron.

Anja comenzó a participar en orquestas, conciertos de beneficencia, llego un punto en que se su nombre fue conocido.

Se trataba de un mundo solitario, donde no sabías quien era un verdadero amigo y quien se acercaba por conveniencia. Entonces la conoció. Ella no llevaba mucho tiempo de haber llegado por tanto no conocía a nadie. Por ese tiempo se notaba perdida, desolada, como si fuera incapaz de salir de una pesadilla. Anja quiso ayudarla.

Ben expreso su desagrado en cuanto la conoció. En un inicio casi no hablaba y ellos le dieron el espacio que quería. Al cabo de un año le conto del accidente donde perdió a su familia, una vez hubo dicho esas difícil palabras el resto resulto sencillo. Les hablo de su infancia, de su madre, de cómo era su vida y de la persona que lo cambio todo.

Gracias a esa amistad le dijo lo que pensaba acerca lo que iba a hacer. Ella no la escucho, tan terca y orgullosa como para dar marcha atrás. Se fue dejando solo una carta de despedida. Anja esperaba que sus actos no la lastimaran más a ella que a quien iban destinados. Al final ya llevaba mucha carga sobre sus hombros como para añadir una más.

Anja llamo y llamo, pero Lise nunca contesto.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora