Capítulo 30

86 8 3
                                    

Siento dolor, Lise, ya no puedo mirarte otra vez.

¿Por qué hiciste algo tan vil?

¿Creíste que tenías el derecho de jugar con algo así?

Adrián


—Papá —la voz se le corto.

Su padre había envejecido, su pelo negro comenzaba a llenarse de canas, su porte era más seguro y altanero de lo que recordaba. Los años lo habían tratado bien.

—¿Sorprendido? Pase por lo mismo hace años, cuando llegue a casa luego de romperme la espalda trabajando para darles de comer, para que tuvieran un techo en el que vivir. ¿Y qué me encuentro? Que mi desagradecida familia me había abandonada. Tu madre se atrevió a abandonarme.

—Las cosas eran diferentes. Papá, reconoce que no fuiste un ejemplo, el dinero que traías te lo gastaba mayormente en bebida y estaban los gol... Nuestra vida no era la mejor.

—Veo que Caro se encargó de llenarte la cabeza —Richard saco un cigarrillo de su saco y se lo llevo a la boca.

—No hables así de ella. El pasado pertenece al pasado. Si decidí perdonarte por todo es justo que reconozcas tus errores.

—¿Errores? Los mismos que estas cometiendo —Adrián no pudo moverse—. ¿No te has dado cuenta? Estas siguiendo mis pasos, hueles igual a como solía llegar cada noche. Pestilente alcohol. Te sorprenderá saber que lo he dejado, un poco de ayuda y una buena mujer es todo lo que se necesita.

—No sigas. No me parezco a ti más allá del aspecto físico.

—Ah, la negación. Te falta un largo camino que recorrer. —Richard apoyo una mano en su hombro, el humo del cigarrillo le dio directo al rostro—. Descuida hijo, no te abandonare como ustedes lo hicieron conmigo. Te voy a apoyar como un buen padre. Seremos una familia.

—Basta, por favor. No sigas con eso.

Richard soltó una carcajada y siguió fumando como si nada. Adrián se negó a que sus palabras calaran. No se parecía a él. Volvió a mirarle, se veía bien, sus ropas parecían caras, tenía un aspecto impecable. No logro relacionarlo con el padre que recordaba.

—Un pajarito me dijo que me estuviste buscando. ¿Quién lo diría? Mi hijo es leal.

Adrián no quería hablar de eso.

—Me alegro de que te encuentres bien.

—Espero que me invites a quedarme contigo, será como en los viejos tiempos... claro, sin la parte fea. Tuvimos buenos momentos, ¿lo recuerdas? Los partidos a los que íbamos, que buenos tiempos.

Dudo. Si Renato se enteraba que estaba de regreso lo más seguro es que buscara pelea, le guardaba mucho rencor. Ni hablar de Madeline. No quería tener que elegir entre ninguno de ellos.

—Madeline está en mi apartamento, tendrás que esperar a que se vaya.

—Igual a su padre. Deberías reconsiderar tus amistades, hijo. Si ellos no fueran tan rencorosos te habría encontrado antes.

—¿Qué quieres decir?

—¿Renato no te lo dijo? Fui a verlo para que me diera tu dirección, no fueron muy amables. No tuvieron compasión de un padre desesperado por ver a su hijo.

El hecho de que no le dieran su dirección no le sorprendía, pero que no le contaran al respecto casi se sentía como una traición. Adrián perdono a Richard por todo, se preocupaba por él porque al fin y al cabo era su padre, sin embargo... volver a permitirle formar para de su vida, no estaba seguro de eso.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora