Te entrego mi corazón con la esperanza de que no lo lastimes.
Adrián
—Insistente. ¿Qué haces de nuevo aquí?
El tiempo en aquel lugar le era extraño. Estaban los días que se encerraba en su apartamento con la música a todo volumen tratando de no volver al pasado, de no volver a ser un niño en busca de cariño. Aquellos pensamientos casi siempre terminaban en él conociendo a un niño de ropa andrajosa y actitud alegre. Luego, estaban los días en los que solo ella ocupaba su mente.
Stefan fue capaz de dejar atrás esos pensamientos deprimentes gracias a su insistente vecina, quien al final se convirtió en una buena amiga. Se adaptó a su extraña rutina. Anja era... especial, alegre sin importar que, una amiga que estará en los peores momentos. Ben, en cambio, era más centrado, responsable y demasiado serio para su edad.
—¡Ta-ran! Son boletos.
—Si no me lo dices no me doy cuenta. ¿Dónde dejaste a tu sombra?
—En una cita.
—¿Una cita de verdad? ¿Con una chica de carne y hueso?
Anja golpeo su hombro con fuerza.
—Un violinista tocara como invitado, dicen que es muy bueno.
Anja reviso la heladera, seguido de las alacenas.
—No toques lo que no te pertenece.
Se disculpó, pero no se detuvo.
—¿Vas a ir?
—¿Tengo opción?
—No, es la primera vez que me veras tocar con tanto público. Tu deber como amigo es ir a apoyarme.
—Eso pensé.
Y así como llego se fue. Dejando un desastre a su paso. Stefan tuvo que volver a acomodar todas las cosas que saco.
Ben llegaba tarde.
Una cabellera castaño rojiza le llamo la atención de entre la multitud. Sabía que no podría ser la misma persona, estaba a miles de kilómetros, a pesar de todo eso se encontró siguiéndolo. Empujo a las personas que no lo dejaban pasar, escucho insultos de las mujeres y groserías de los hombres. La persona se detuvo a hablar con un guardia. Esa era su oportunidad.
Levanto su mano para llamar su atención y confirmar su identidad.
—¿Qué haces? Se supone que debemos estar en nuestros asientos.
Ben lo llamo distrayéndolo momentáneamente. No noto cuando llego.
—Yo... necesito ver algo.
Pero ya no lo encontró. De espaldas era muy parecido a Julian.
—¿Qué es lo que buscas? Se nos va a hacer tarde y no nos van a dejar entrar. Vamos, Stefan.
Stefan se quedó mirando hasta que no quedo nadie más que ellos. Pensó en todas las posibilidades de encontrarse con un conocido en una ciudad desconocida eran escasas. Ben comenzó a perder la paciencia y señalo las puertas con fastidio.
Antes de permitirle cruzar su teléfono sonó, le hizo una seña a Ben para que entrara primero.
Se abstuvo de soltar una maldición. El nombre de su madre ocupaba la pantalla.
ESTÁS LEYENDO
Si me amas no me hieras
Romance"Si algo esta destinado a ser, será" Se conocieron un día de invierno. Se enamoraron en invierno. Adrián tenía todo planeado, sus estudios, trabajo, su vida. Ella no estaba en sus planes. Era como el sol, demasiado deslumbrante como para acercarse...