Capítulo 24

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Lo siento.

Cuarenta y dos días de verano

Un rayo de luz se coló por entre las cortinas.

Todo era recordar, perderse en los brazos del pasado, volver a escuchar.

Veía a su mamá de espaldas a él.

Estaba vulnerable. Era otra vez un niño.

Su mamá lloraba.

Su mamá en el suelo.

Madeline con las mejillas sonrosadas, Renato sonriendo en la cocina, Stefan mirándolos.

Estaba herido. Nadie lo ayudaba.

Estaba afuera de su casa con frío, no sentía sus manitos. Tenía frío. Era como el sol, ella era como el sol. Estaba perdido hasta que la vio. Entonces le ofreció desinteresadamente algo con lo que abrigarse.

Estaba solo.

Su corazón le dolía.

***

Ojala tuviera la fuerza para dejar de llamarla.

Ojala dejara de doler.

Dolía, una herida muy profunda que no quería cicatrizar.

Tan solo deseaba dejar de gritar su nombre en sueños.

Si todo era mentira, ¿Qué le quedaba? Sus sentimientos no eran un engaño.

***

Cincuenta días de verano

Adrián era otro.

Era la cuarta vez que Renato mandaba a Adrián a casa con la excusa que debía descansar.

Madeline removió su café con una cuchara, llevaba haciéndolo el tiempo suficiente para que se enfriara. De alguna forma ver como el líquido se movía la hacía sentir mejor.

Renato se sentó frente a ella.

—Te hare otro —trato de tomar la taza.

—Quiero que Adrián vuelva a ser el mismo, no me gusta verlo así.

—Está pasando por un desamor, le tomara tiempo. En este momento lo que más necesita es que le demos todo el apoyo que necesita.

Madeline no creía que eso ayudaría en este caso. Pensó en llamar a Julian, pero era una idea ridícula si tenía en cuenta que también tuvo algo con Lise.

«Sabía que esa chica solo traería problemas.»

Quiso regañar a sus manos cuando estas inconscientemente tomaron su teléfono y marcaron al número rápido. El pitido sonó tres veces antes de que entrara en razón y lo apagara.

«¿Qué estoy haciendo? Llamarlo no hará ninguna diferencia.»

Tal vez eso le ayudaría a Adrián, olvidar.


Le prometió a su padre que no interferiría, pero ahí estaba, rompiendo su promesa. Tuvo dudas de estar haciendo lo correcto. Adrián era su familia sin importar que y la familia estaba para ayudarte.

Tomo aire reuniendo el valor para tocar.

—¿Qué haces aquí? —al contrario que su amigo ella se veía bien, como si no le doliera o le remordiera la conciencia. —Tengo que salir así que...

Hizo una pausa esperando a lo que fuera que le iba a decir.

—Adrián esta mejor, físicamente al menos. Pensé que te gustaría saberlo.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora