Capítulo 28

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Me siento como si hubiera estado soñando todo este tiempo y hoy por fin desperté.

Lise


Cincuenta y nueve días de verano

—Sabía que te encontraría aquí. Adrián acostumbraba a hacer lo mismo.

Stefan miro las flores en las lapidas.

—Escuche algunas cosas.

Lise paso por su lado ignorando su presencia.

—¿Qué has hecho Lise? ¿Por qué?

—¿No te lo contaron ya?

—¿Tiene algo que ver con lo que dijiste la última vez? —Stefan no dejo que se fuera, tomo su brazo. —Si no vas a responderme al menos haz el favor de no buscarlo más. Adrián no se lo merece.

—¿Quién lo decidió? Él no se merece nada malo, pero otros sí, ¿de eso se trata? No estoy de acuerdo.

***

Adrián impidió que la camarera se llevara la botella, se aferró a ella con las dos manos. En cuanto se alejó, se sirvió un vaso lleno. Considero la idea de llamar a Lise, pero sabía cuál sería su respuesta. Levanto el vaso en un brindis solitario antes de tomárselo de un trago.

—¿Estas muy contento o muy triste?

Una mujer se acercó a su lado, aunque no quito su vista de la botella sabía que lo miraba de cerca. Como no contesto movió una mano delante de sus ojos.

—No me interesa.

—¿Qué cosa? —pregunto confundida.

Quería estar solo, que lo dejara con sus pensamientos. Tiempo que dedicaba a pensar en ella y lo mucho que la extrañaba por más cruel que fuera. Su teléfono vibro, no era nadie más que Stefan. Adrián giro el teléfono dejando la pantalla debajo. No era la llamada que esperaba.

—Anja deja de acercarte a todo extraño que te cruces.

Lise se negaba a mantener una conversación, lo único que hacía era recordarle que no fue importante en su vida.

—Parece necesitar ayuda.

—Eso no es de nuestra incumbencia.

Mientras Adrián compartió todo, ella no le dio absolutamente nada. ¿Qué debía olvidar? ¿Por qué le dolía tanto?

—Encontré la dirección, podemos ir mañana. Déjalo, ni siquiera te ha notado. Te aseguro que por la mañana ni se acordara.

En eso tenía razón, más tarde Adrián no recordaba ni como llego a su casa.

***

Sesenta días de verano

Lise no tuvo tiempo de reaccionar antes de tener a su amiga encima, abrazándola.

—¡Sorpresa! ¿Por qué no te ves sorprendida?

Lise no pudo hacer otra cosa que mirar de uno a otro, era como estar en una pesadilla. Tener a Anja cerca era lo menos que deseaba.

—Te advertí que no le iba a gustar —dijo Ben.

—¿Qué hacen aquí?

Ben no espero una invitación sino que la hizo a un lado y metió las maletas.

—Al menos finge que te da gusto.

La culpa se hundió cada vez más en su corazón. Había estado tan sola antes de conocer a Anja, de alguna forma se las ingenió para convertirse en una amiga cercana. Su constante alegría era contagiosa. Anja la confió sus secretos y deseos. Lise le conto todo, no se guardó nada. Podía asegurar que nadie la conocía tan bien como ella.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora