Capítulo 5

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Hubo un tiempo en el que me enamore. Me enamore del invierno como la luna ama al sol; un amor que espera al lado del tiempo y que solo quiere ser admirado. Miraba el cielo ansiosamente con la esperanza de verlo llegar con su manto blanco e impecable. Cuanta belleza había en él, con cuanta elegancia llegaba. Era admirable hasta que hizo lo impensable... Me abandono.

Lise


INVIERNO

Si las lágrimas fueran fuego hace mucho que Lise no hubiera sobrevivido.

Se hubiera ido desvaneciendo con cada que caía hasta no quedara nada más que su nombre siendo susurrado por aquellos que aun la recordaran. Lise no lloraba, ya no. Ese tiempo había pasado y lo demostraba en cada paso que daba. Con la cabeza bien alta y esa mirada que hacía que más de un hombre volteara a verla. Era intimidante a su manera u otra niña malcriada más dependiendo de quien la viera.

Era evidente que el chico que iba por delante de ella la consideraba lo segundo aún siquiera sin verla, podía decirlo por su manera de andar. Llevaba varios libros en brazos y, casi podía asegurar, en su mochila había más. Su cabello estaba ligeramente despeinado o tal vez era el resultado de pasar su mano constantemente, apostaba por lo segundo. Las botas de sus pantalones se encontraban desgastadas e incluso el mismo se encontraba con varios tonos más claro, Lise no tenía que preguntarle para saberlo. El chico era un becado.

Lise no se perdió ni por un segundo cada gesto que hacía, caminaba con la cabeza en alta como si no tuviera nada de lo que avergonzarse y saludaba como una sonrisa a cada que se le cruzaba. Se detenía de vez en cuando, hablaba amablemente con algunos o algunas, para ser más exactos, era bastante popular. Aquello le llego a molestar. Cuando llego a la puerta se detuvo abriéndola, al principio ella no entendió de qué se trataba hasta que sus ojos grises la miraron. Por un instante, solo por un minuto quiso perderse en ellos. Un pensamiento irracional que la hizo enfurecer. La miraba sonriente y su sonrisa era amable incluso... hasta bonita.

Lise no tuvo ningún recato en inspeccionarlo de arriba abajo estando más de cerca. Él arqueo una ceja mirándola con diversión. Era... bastante atractivo, aunque no lo suficiente para llamar su atención. Bajo sus ojos había unas bolsas oscuras, lo que la llevo a pensar que se pasaba las noche de fiesta a la vez que fingía estudiar. El chico pareció cansarse porque con la mirada le señalo la puerta, preguntándole silenciosamente si iba a pasar. Lise lo miro una última vez, algo en su rostro la inquietaba, el conocimiento de haberlo visto. Paso por su lado fingiendo que era la única en el lugar.

—Que tenga un buen día, señorita —hablo, claramente molesto por ser ignorado.

Ese chico, todo en él era inquietante. No quiso darse el lujo de detenerse y averiguar porque. A su espalda lo escucho bufar; algo demasiado infantil, pensó. Escucho la puerta cerrarse, enseguida unos pasos que andaban con confianza la adelantaron. El chico se detuvo delante de ella y sin girarse hablo:

—Sabes, no por el hecho de ser bonita y rica te da derecho de tratar a los demás así.

Lise lo ignoro, era buena para eso.

Sus pasos la llevaron a la sala de música de esa universidad. Quiso dar media vuelta antes de que el nombre flotara a su mente. Muy tarde.

«Julian»

Sonrió con desgana. Odiaba el hecho de que un simple nombre le trajera tanto dolor. Detestaba los recuerdos que se arremolinaban a su alrededor. No pensó que podía empeorar más hasta que lo vio aparecer. Había dicho su nombre en voz alta. En esos años no había cambiado nada; su cabello castaño rojizo, esos ojos cafés que la invitaban a perderse en ellos. Era su Julian, con su habitual aire taciturno. La manera en que se alejaba del mundo cuando tocaba su violín. Sus barreras comenzaron a caerse en cuanto lo vio. No estaba lista.

Si me amas no me hierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora