Pídeme que me detenga de lo contrario no te aseguro que lo haga.
Lise
Adrián se mantuvo a la distancia. Como explicar lo que sentía en ese momento. Demasiadas emociones ocupaban su interior, parecido a un torbellino.
Lise se movía como la dueña del lugar, pero sabía que sufría. Ella no dejo que la ayudara; al final había huido y él la siguió.
El humo de los cigarrillos era molesto. Lise fue de la barra a la pista, donde comenzó a bailar moviendo sus caderas. Un hombre se le acerco, ella no puso objeciones cuando se puso a bailar tomándola por la cintura. La música retumbaba en sus oídos, casi sin pensarlo se escondió más en la esquina.
Adrián considero la idea de dejarla, tal parecía que ella tenía todo bajo control y no necesitaba su ayuda. Fue una suerte que no lo hiciera. Una chica con el pelo rosa empujo a Lise lejos del hombre. Lise soltó a reír, lo que enfado más a la chica. Adrián trato de acercarse, pero justo en ese momento dos hombres que se encontraban cerca empezaron a pelear. Para cuando logro salir no había rastros de ellos.
—¡Lise!
***
Todo daba vueltas. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cuánto más estaba dispuesta a perder con tal conseguir lo que quería? No tenía derecho a quejarse, después de todo ella lo eligió. Pero esos sentimientos la quemaban.
Sintió que su mejilla ardía, tarde se dio cuenta de que la novia del tipo con el que bailaba estaba sobre ella. Lise no se contuvo al devolverle los golpes. Sentía tanta rabia, todo porque él no salía de sus pensamientos.
No escucho a la persona que gritaba su nombre, que le pedía que se detuviera. Estaba perdida, esa voz solo era un zumbido molesto. El aire frio le hizo darse cuenta de que la pesadilla se había terminado hace mucho y de que la oscuridad eran sus ojos cerrados. Alguien la sostenía. Sentía su duro pecho a su espalda, su respiración en su oreja, su voz calmada y sedosa pidiéndole que volviera con él.
—Lise, vuelve conmigo.
«Estoy aquí» quiso gritar.
—Vuelve conmigo, Lise.
Esta vez la voz fue tan clara que reconocer a quien pertenecía la hizo quedarse estática. Adrián.
—Suéltame —logro decir entre la bruma que se había convertido su cabeza. Había pasado mucho desde la última vez que se había perdido así.
Adrián no la soltó. Lo siguiente que supo era que estaba en su casa sin recordar nada desde después de la pelea. Miro a su alrededor, estaba sola, él se había ido dejándola sola. Si eso era lo que quería, ¿Por qué le molestaba?
—No quiero que me encuentres —murmuro.
—¿Estas bien?
Su corazón salto ante el susto. Adrián la miraba desde la puerta, en sus manos tenía el botiquín de medicinas. Parecía inseguro sobre acercarse.
—¿Puedo curarte?
No espero una respuesta sino que se acercó cauteloso. Curo sus heridas con una delicadeza que se negó a admitir le gustaba. A pesar de la oscuridad pudo ver sus ojos grises mirarla, asegurándose de haberla curado bien. Con cuidado comenzó a limpiar la sangre seca de su rostro, Lise contuvo el aliento al sentir sus dedos rozar su rostro. Todo en él era delicadeza.
***
Adrián acarició su mejilla con sumo cuidado, temiendo asustarla. La miro, cada centímetro de su rostro, tratando de memorizarse cada curva, cada lunar, y miro más allá. Vio a través de ella, sus miedos, sus inquietudes, vio lo frágil que era y lo fácil que era romperla. La vio humana. Lise dejo de ser la chica que había conocido, la que era toda dura, fría, arrogante. Se volvió humana. Adrián se acercó hasta que sus labios tocaron su frente donde un rascuño estaba rojo, bajo a su ojo donde comenzaba a oscurecerse y lo beso también. Beso cada parte de su rostro y ella se dejó.
—Deja de huir de mí, Lise —y por fin la beso en los labios.
La tortura a la que los había sometido a ambos se acabó en cuanto sus labios se tocaron. La beso con sumo cuidado, procurando un leve roce al principio y luego tomando más confianza. Adrián mantuvo sus manos en su rostro y ella las dejo en su regazo tratando de ocultar el temblor que ellas tenían. Se besaron como dos desconocidos, dos personas que compartían el mismo dolor. Eran dos personas diferentes con un mismo pasado, con el mismo dolor de la perdida. Compartían su soledad.
Esa noche, Lise dejo caer las murallas, se acurruco en sus brazos y le pidió que le contara como fue su infancia. Adrián le conto de su padre, de su mamá, de cómo solía esconderse en casa de Renato al comienzo. Le conto como fue que creció para cuidar de Madeline y su mamá. Le conto todo. Y por primera vez sintió que había encontrado a alguien que entendía todo lo que sentía.
Por su parte Lise hablo un poco de su propia infancia, de su hermano y de sus padres. Detalles mínimos, historias que la hacían sonreír. Luego ella susurro una pregunta que le dolió en lo profundo de su corazón.
—¿Adrián, que es amar?
—¿Por qué me lo preguntas?
—Porque hasta el momento solo he visto el dolor que causa. Ya no sé si puedo tener esos sentimientos.
Adrián apretó su abrazo al tiempo que dejo un beso en su cabello.
—Todos saben amar solo que aún no se dan cuenta.
—Los asesinos no aman.
—El que no lo hagan no significa que no sepan hacerlo. Algunos piensan que el amor los vuelve débiles cuando en realidad los vuelve más fuertes, eso es lo que aprendí de mi mamá. No creo que exista una palabra para definirlo, tan solo es un sentimiento abrasador. En ocasiones las personas se pierden y en otras son salvadas. Quizás por eso tantas personas le tienen miedo.
Adrián volvió a relatarle otra de sus travesuras de niños para alejarla de donde sea que fuera. Lise lo escucho con atención.
Eran dos personas compartiendo secretos, recuerdos, anhelos de vida y no pararon hasta que amaneció. Sabían que en cuanto eso pasara todo volvería a la normalidad.
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Si me amas no me hieras
Romance"Si algo esta destinado a ser, será" Se conocieron un día de invierno. Se enamoraron en invierno. Adrián tenía todo planeado, sus estudios, trabajo, su vida. Ella no estaba en sus planes. Era como el sol, demasiado deslumbrante como para acercarse...